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sábado, 16 de agosto de 2014

Comentario al artículo de Manuel Gil Othón ¿Dónde quedó la bolita?

Artículo ¿Dónde quedó la bolita? de Manuel Gil Othón, publicado en el Universal el 16 de agosto de 2014-

Comentario de Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar :


Estimado amigo Manuel Gil, aun cuando comparto todo lo que vos mencionas en tu artículo, como una persona preocupada por la educación desde la gestión y desde la evaluación educativa, no puedo dejar pasar la oportunidad para hacer unos alcances a tu artículo. 1. En cuanto a la construcción de los instrumentos de evaluación, convendría que ellos fueran construidos por docentes reconocidos por los docentes mismos como docentes que saben enseñar en el buen sentido de la expresión, lo cual no se refiere a los maestros duros, sino a los maestros que provocan que la mayor parte de sus alumnos se empoderen de las competencias que se proponen -aunque parezca un galimatías-, eso daría legitimidad a los instrumentos ante los docentes mismos. 2. Los instrumentos de opción múltiple si bien son limitados, son válidos y confiables en función de los indicadores de validez y confiabilidad estadística de uso común, por lo que no es recomendable descalificarles a partir de dudas al respecto, eso no ayuda en nada. 3. Otro tema que no es dable "demonizar", es la memorización y/o la repetición, hacerlo es retórica en el mal sentido de la expresión, memorizar y/o repetir aun cuando puedan considerarse equivocadamente como actividades "de segunda", son actividades indispensables para el dominio de muchísimas cosas en la vida, no es posible, por ejemplo, pensar en ningún gran científico médico que no memorice hasta el cansancio todas y cada una de las venas, arterias, articulaciones, músculos, huesos y sus funciones, etcétera, que componen el cuerpo humano para desarrollar su profesión; como tampoco es dable acceder a los niveles más excelsos del virtuosismo de la interpretación musical o de la danza, si no es a través de la repetición, repetición y repetición de acordes o pasos. 4. Por último, pensar que todos los egresados de las normales debiera dominar el deber ser de su profesión, es tanto como pensar que los recién egresados de las carreras de derecho, medicina, ingeniería, periodismo, administración, contaduría, mecatrónica, química, etcétera, dominan el deber ser de sus profesiones, POR FAVOR!!! Nada más absurdo en cualquier parte del mundo, lo cual no quiere decir que se quiera desconocer las deficiencias que existen. En fin, reitero que en lo general coincido con vos en tus planteamientos, pero sobre todo en el sentido de que LA SEP Y EL INEE TIENEN QUE PASAR TAMBIÉN SU EXAMEN, ya que en definitiva, sobre todo a la SEP y sus homólogas estatales, corresponde -según la Ley Orgánica de la Administración Pública de México- la responsabilidad por la educación mexicana, de ello tienen que dar cuenta.

Manuel Gil Antón Gracias por sus aportes. Sigo pensando que la opción múltiple sirve para ciertas cosas, Juan Carlos, y para otras de ninguna manera: ¿Etica, capacidad o habilidad didáctica? En serio, no hallo cómo se logra con opciones a marcar... en fin, no quiero desacreditar la opción múltiple, pero por algnua razón la propia consejera presidenta del INEE dice que a partir del 2016 habrá observación en el aula... Por otro lado, la memoria es facultad intelectual importante, pero repetir y repetir sin ubicar me parece peligroso: un médico sabe las arterias, pero también para lo que sirven, creo yo... y por último, si yo recuerdo cuando terminé mis estudios, no tenía ni idea de lo que sabía... en la práctica aprendo, de tal manera que quizá el exmaen debe estar diseñado para eso, para nociones fundamentales, y no para finlandeses... Pero bienvenidos los puntos de vista que, como dices, enriquecen lo que importa pensar, matizan lo que yo pienso, y me ayudan mucho. Saludos, Mnauel

Marisol Calderòn Es obvio q el fracaso de ese tipo de evaluaciones es por eso, porq tratan de obtener información a partir de un sólo instrumento de evaluación, cuando la misma secretaria propone evaluar a través de diversos instrumentos para obtener asi una información más aproximada del perfil de egreso o de la eficiencia terminal de los alumnos, lo q se puede observar aqui es que el concepto de evaluación aplicado a los egresados de las normales para aspirar esta literalmente desfazado a lo q comunmente se plantea en los planes y programas del sistema educativo. Para mi que no es una evaluación!

Comentario de Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar:


Sin pretender polemizar Manuel, pero la opción múltiple como todos los demás métodos de recolección de información o evaluación no pueden ser considerados como el reflejo completo y acabado de competencia alguna, sino que dan indicios más o menos cercanos a la realidad, tal cual la temperatura corporal dada por un termómetro que indica 37,5° da un indicio de un probable problema, aun cuando hay que combinarlo con otros indicadores para saber si se trata de una enfermedad, o de una sobre exposición al sol o de ejercicio duro o de otra causa, pero no podemos negarnos al uso del termómetro porque no nos diga infaliblemente que se trate de una enfermedad. La opinión de la Consejera Presidenta del INEE es excelente en este mismo sentido, hay que complementar. En cuanto a lo de las arterias, venas, etcétera, al final incluí "su función". Por último, me da gusto que compartamos en lo general que estos instrumentos deben ser construidos y explicados en función de lo que pretenden en si, lo cual es discriminar para efectos de contratación, ya que de no hacerse así, se sobre dimensionan sus resultados con los nefastos efectos de estigmatizar a los docentes, como si fueran los únicos culpables de lo que en cuanto a la educación de México sucede y ser seres extraños de segunda categoría. Un abrazo.

martes, 12 de agosto de 2014

Comentario al artículo "Los cercanos a Madero han sumido al PAN en escándalos sexuales, de corrupción y violencia, acusa Cordero"

Artículo "Los cercanos a Madero han sumido al PAN en escándalos sexuales, de corrupción y violencia, acusa Cordero" Artículo publicado el 12 de agosto de 2014 en http://www.sinembargo.mx/12-08-2014/1085433

Comentario de Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar:



Con independencia de lo reprobable que pueda tener en sí este lamentable asunto en que han incurrido diversos personajes del Partido Acción Nacional (PAN), no debe ser motivo para desgarrase las vestiduras y solo demonizar a quienes participaron en él, sino que debiera ser detonador de una reflexión más profunda y sería de su significado social, en el contexto del México contemporáneo. A ojos cerrados la mayoría de quienes nos interesamos por la vida política nacional, podemos traer a nuestro imaginario a muchos otros personajes de este y de los demás institutos políticos nacionales, incurriendo en conductas similares, que si no, peores aún. No nos engañemos, este evento lamentablemente no es exclusivo del PAN, sino que se trasmina y es común denominador en todos los institutos políticos nacionales. Es en síntesis, solo uno más de muchos otros que dan cuenta de un hecho mucho más profundo y trascendente de nuestra sociedad contemporánea, la pérdida de valores y el deterioro del tejido social que permea casi todos los estamentos y niveles de nuestra patria, ya sea desde el protagonismo o desde la condena hipócrita, altisonante y grotesca que nada aporta o desde el silencio cómplice y cobarde de dejar hacer y dejar correr, en que muchos de nosotros incurrimos en la abrumante cultura de “la mordida”, de “a mí no me den, póngame donde hay”, “del que no tranza no avanza”, del “no me doy por mal servido”, etcétera, que tanto ha dañado el tejido social y las estructuras de nuestra convivencia. En el México actual a lo largo de las últimas generaciones se han ido perdiendo gran parte del bagaje que distinguió a otras anteriores, que sin estar vacunadas en contra de la corrupción y la impunidad -rasgos consubstanciales a la condición humana-, si se significaron por un marco axiológico que más o menos les contenía y que a la luz de las evidencias comprobables significó logros, avances, cohesión y una mejor convivencia social. Es por todo ello, que en distintos artículos, ensayos y libros en que he sido autor o coautor, he sugerido hasta la necedad, que la educación retome su función primigenia de ser el motor para la construcción de personas, y no de solo pensar que ella sirve para transmitir el dominio de los lenguajes básicos para el aprendizaje y decodificación de contenidos, que el actual sistema educativo prioriza, sino –además de ello-, para la construcción fundamental del individuo, de la persona crítica, analítica y constructiva que permite sobreponer sobre las anteriores generaciones, la incubación de nuevas y mejores formas del ser social, de ser productivo y de ser humano, en todo lo que de positivo este término significa. En este sentido, he propuesto como una forma de recuperar el norte -dentro de otras propuestas-, priorizar en la educación básica un conjunto limitado de cinco o seis valores dentro de todo el marco de valores que se pretende que los niños y jóvenes aprendan y se apropien en ese nivel educativo, los cuales digan relación con aquellas áreas en que más se acusan fracturas de nuestra sociedad, por ejemplo: “el respeto por la vida”, “el estado de derecho”, “la igualdad y equidad de género”, “el respeto y cuidado del medio ambiente”, “la salud individual y colectiva” y “la honestidad”, lo anterior sin demérito de los demás contenidos valóricos que dicho nivel pretende instalar en las nuevas generaciones, pero si poniendo especial cuidado, prioridad, fuerza y asegurando que sean claros, se asuman y sean empoderados por las nuevas generaciones, como única forma de coadyuvar a revertir el proceso de deterioro paulatino que se observa en el país. Lo anterior, con independencia de que hay urgencia de actuar contundentemente en otras áreas de la sociedad con igual focalización, fuerza y decisión, asumiendo un acuerdo nacional que comprometa a todas las fuerzas sociales –los tres niveles de gobierno, partidos, iglesias, sindicatos, ONG’s, etcétera- para denunciar, perseguir y castigar las conductas corruptas en sí mismos, de sus agremiados, de sus líderes; superando los vicios y malas prácticas que tanto daño han provocado a nuestras sociedades a partir del mal interpretado sentido de cuerpo, del concepto la cohesión de grupo, que justifica toda conducta por más éticamente cuestionable, por el solo hecho de quien la comete, pertenezca al grupo o suscriba su membresía; sin darse cuenta que ello opera como el boomerang, revirtiéndose tarde o temprano contra las instituciones mismas que lo toleran o fomentan; ejemplo de ello, es la notoria pérdida de credibilidad social de muchas de las instituciones que hasta hace algunos años gozaban del favor, admiración y adhesión de gran parte de la población. En fin, que el problema no es trivial y va más allá de los protagonistas mismos de este hecho. Lo que está en juego es nuestra propia sociedad y nuestra viabilidad como país. Si no se actúa pronto y contundentemente, es muy probables que quizá, no mi generación, pero si la siguiente o la subsiguiente a más tardar, serán testigos y víctimas de rompimiento de los equilibrios y de la destrucción de lo que generaciones y generaciones de mexicanos y mexicanas lograron -bien o mal- construir, MÉXICO.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/12-08-2014/1085433. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

viernes, 1 de agosto de 2014

REFORMAR O RETROCEDER

Artículo que me publica la Revista Educación y Cultura AZ, en su número de agosto de 2014, denominado: "REFORMAR O RETROCEDER". Espero les sea de interés.  Texto que con algunas diferencias muy pequeñas también publicó la Revista Virtual de UBERRIMA el 1 de mayo de 2014.


http://educacionyculturaaz.com/analisis/reformar-o-retroceder/





Sería incongruente negar lo que en diversos libros y publicaciones postulamos algunos mexicanos preocupados por el devenir de la política educativa en los últimos años, en tanto la imperiosa necesidad de actuar profunda y sustantivamente en la materia como única forma de recuperar “el norte” en México. En este sentido, indicios como el peso específico que tiene la educación en el instrumento político denominado Pacto por México; el nivel constitucional dado a la llamada Reforma Educativa y sus leyes secundarias; y más pedestremente la detención policiaca con consecuencias de destitución política de la ex líder sindical Elba Esther Gordillo, dieron cuenta de una intencionalidad expresa de la administración del presidente Enrique Peña Nieto de asumir frontalmente este reto nacional, del todo reconocible y loable en tanto lo que conlleva en materia netamente educativa por el bien de México y de las futuras generaciones. 


Ahora bien, más allá del reconocimiento antes expresado, como toda obra humana de envergadura nacional no está exenta de omisiones, errores o verdaderos desatinos. En este sentido, se hace necesario referirnos a varios de ellos que por su trascendencia pudieran dar al traste con las buenas intenciones antes aludidas.
En primer término conviene mencionar un aspecto que por su centralidad y naturaleza, fundamentalmente educativa, es insoslayable. Me refiero a la ausencia, en los tres elementos de política —citados en el primer párrafo de este escrito—, de las dos dimensiones que identifican el qué y el cómo de toda acción educativa según toda la teoría desarrollada hasta este momento en el tema: la pedagogía y la didáctica, su leitmotiv. En este sentido, las posteriores acciones que deriven de la Reforma Constitucional deberán buscar la forma de explicitar con toda precisión los aspectos pedagógicos y didácticos que pretenden mejorarse con ella, ya que de no trascender en ellos, la reforma será sólo administrativa y/o laboral, condenada, como las anteriores, a logros acotados a esos ámbitos, sin repercusiones en los niveles de calidad de la educación. Dicho coloquialmente: será una reforma de “más de lo mismo” desde el punto de vista de qué se enseña —la pedagogía— y de cómo se enseña —la didáctica—, vicio muy común en nuestro país cuando las acciones que se proponen, en este tipo de reformas, derivan de organismos cuya especialidad no es, ni ha sido nunca, la educación, llámese: Banco Mundial (BM) —reformas ejecutadas en los años noventa— o las actualmente derivadas de las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo experto —como sus siglas lo postulan— en el “Desarrollo Económico” y no en educación, que dicho sea de paso, no existe evidencia empírica alguna en el planeta que sus dichos o recomendaciones hayan elevado la calidad educativa de país alguno.
En segundo término, la fracción IX del nuevo Artículo 3º Constitucional indica con toda claridad: “Para garantizar la prestación de servicios educativos de calidad, se crea el Sistema Nacional de Evaluación Educativa…”. Esta expresión es una verdadera exageración, que debe acotarse a su verdadera dimensión e implícita responsabilidad, ya que no existe experiencia alguna en el mundo que demuestre que la creación de un sistema o institución de evaluación educativa —sea cual sea su modalidad de gestión, organización, nivel jerárquico, cobertura, dependencia administrativa, etcétera— haya garantizado la prestación de servicios educativos de calidad. A un sistema de evaluación corresponde la responsabilidad de medir, definir, diagnosticar, evaluar, emitir juicios, declarar, recomendar o hasta denunciar el estado de situación, incluso el futuro previsible de los servicios educativos, pero en ningún caso garantizar su calidad; esto corresponde única y exclusivamente a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a sus homólogas estatales, y cualquier enunciado que responsabilice a otra instancia es sólo retórica sin sustento alguno en la experiencia mundial; por tal motivo se hace indispensable delimitar la exacta responsabilidad del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, a fin de no generar expectativas que desde ya se sabe no podrán cumplirse.


Concomitante con lo anterior, a últimas fechas han aparecido en distintos medios de comunicación declaraciones atribuidas al secretario de Educación Pública, en el sentido de que existe la posibilidad de que las pruebas de ENLACE puedan ser eliminadas. Renunciar a este ejercicio de evaluación, a lo que ha significado la aplicación de más de 100 millones de pruebas, a la información ahí contenida y a la que puede incorporarse con sucesivas aplicaciones, sería una verdadera estupidez, con perdón de la palabra.
El hecho de que la complejidad de la aplicación, el inmenso volumen que el operativo en sí significa, las fugas de información y la falta de explotación racional de ésta en el pasado, pudieran justificar la eliminación de este esfuerzo evaluativo a los ojos del sentido común, eliminarlo sería un verdadero despropósito, disparate, desatino, insensatez, hasta podría catalogarse como esquizofrenia del sistema; sería tanto como tirar a la basura más de mil millones de dólares —suponiendo conservadoramente un costo mínimo de 10 dólares por prueba diseñada, aplicada y procesada— (costo que incluye la investigación asociada al diseño del modelo de evaluación implícito, los ítemes, las pruebas, sus sistemas de seguridad, su reproducción, su transporte, la capacitación de los aplicadores, sus honorarios, el proceso de su información, el análisis de sus resultados, el diseño de la publicación de resultados, su publicación en sí, los sueldos y salarios de toda la estructura educativa, etcétera).
No es posible que una inversión de esta magnitud se deseche “así nomás”. Es necesario que se reoriente, redirija y que los señores del área de evaluación de la SEP y del INEE trabajen y optimicen el uso y explotación de esta basta y riquísima información acumulada y por acumular, como elemento de juicio para informar, evaluar y hasta denunciar el estado real de la educación mexicana y, sobre todo, para apoyar directamente la mejora educativa del país, pero por ningún motivo tirar a la basura todo el bagaje de información recabada. Lo que debiera revisarse y, en su caso, cambiar, es el cuerpo de funcionarios que no han sabido utilizar racionalmente este esfuerzo faraónico de todo el sistema educativo nacional, en ellos cabe la responsabilidad de no haberle dado el verdadero uso y valor que tiene.


Por otra parte, de persistir la prueba ENLACEen sí misma —como instrumento que implique consecuencias de las llamadas “duras” para los docentes y como elemento a considerar para determinar la permanencia, o no, de los docentes en sus cargos— las legislaciones o leyes secundarias de dicha reforma deberán hacerse cargo insoslayablemente de sus resultados, que sin contextualizar reflejan máslas diferencias socioculturales de entrada de los alumnos y las condiciones de inequidad en que se da el hecho educativo que la acción educativa intencionada de los docentes y el esfuerzo de los alumnos.
Es necesaria la construcción de un Índice de Esfuerzo Escolar (IEE), que aísle y controle las distorsiones que generan las condiciones de inequidad y las diferencias de entrada de los alumnos, a efectos de rescatar el verdadero esfuerzo realizado por los docentes y los alumnos, para un verdadero sistema de capacitación ad hoc a las necesidades reales de los docentes; un modelo de estímulos y recompensas; mecanismos de reciclamiento de competencias docentes y laborales, y, en última instancia, pensar en las consecuencias duras o la no permanencia laboral de los docentes. Decidirse por la no permanencia de los docentes a partir de los resultados brutos de ENLACE, antes de instrumentar un sistema racional de capacitación, apoyos y reciclamiento, es una verdadera barbaridad, que denotaría ignorancia por parte de las autoridades y atentaría contra los legítimos derechos laborales de los trabajadores de la educación.
Aunado a lo anterior, la evidencia detectada de manipulación en la última aplicación de las pruebas de ENLACE pone de manifiesto otra dimensión verdaderamente lamentable que reflejala cultura muy arraigada en México de la “tranza”, de “la mordida”, de “el que no tranza, no avanza”, de que “a mí no me den, póngame donde hay”, del “no me doy por mal servido”, etcétera. Desafortunadamente nuestro país cuenta, a nivel internacional, con el terrible lastre de ser reconocido por su corrupción, misma que permea todas las capas y estamentos sociales, aderezado por una impunidad que raya en lo insólito, desde los más altos estratos de la nación, hasta los niveles más bajos de la estructura social —a pesar de que haya una inmensa masa silenciosa que no participe de esa cultura—, cosa que debe avergonzarnos pues nos ha costado demasiado como país.


Por lo anterior he sugerido, en varios libros y publicaciones, que en México se hace necesario priorizar ciertos valores en la educación, sin demérito de todo el bagaje valórico que se pretende enseñar, transmitir, inculcar o, como ahora pomposamente se dice, “empoderar” en las nuevas generaciones a través de la educación, como una forma de atacar aquellos problemas que más lastiman nuestra identidad, que más envician nuestra diaria convivencia, que más indignan a nuestra sociedad —la violencia, la corrupción y la impunidad, respectivamente—, como pudieran ser los valores del respeto a la vida, al estado de derecho y a la honestidad. Evitando perdernos en un “mar” de intrincadas madejas de derechos y valores que acaban por ser meras declaraciones o listas a memorizar para el examen de civismo en las escuelas, pero que no tienen un significado o traducción real en los cambios de cultura que el país requiere y necesita con urgencia.
Por último, me referiré a la eliminación de la no repetición en los primeros grados de la educación primaria, misma que conviene analizar antes de tomar una determinación apresurada, tal cual fue su instrumentación en la administración pasada.
En primer término hay que reconocer que existen experiencias más que exitosas de esta estrategia, como es el caso de Japón, Corea del Sur o Noruega, países claramente desarrollados, o de naciones como Islandia, Eslovenia, Taiwán, Montenegro, Reino Unido o Finlandia —misma que corresponde a los grados superiores y no a los tres primeros—, o como Cuba en el entorno latinoamericano, con mucho el país con mejor nivel educativo de todo el hemisferio occidental.


Lo anterior no es gratuito, no sólo por el simple hecho de eliminar la repetición, sino que responde a fundamentos pedagógicos y hasta biológicos duros, definidos en la teoría constructivista del conocimiento, por lo que el tema merece una reflexión más seria y profunda. Lamentablemente esta estrategia educativa fue instrumentada en nuestro país —como muchas otras cosas—, copiando “en automático” y parcialmente lo que se hace en otras latitudes, o siguiendo las recomendaciones de organismos internacionales que no son especialistas en educación. La no repetición, en síntesis, es el reconocimiento de que en general todos los niños son capaces de aprender todo (con contadas excepciones), pero igualmente, que no todos los niños son iguales y que sus procesos de construcción de conocimiento no se dan al mismo ritmo ni a la misma velocidad, lo cual no se resuelve haciendo repetir el año a los niños, sino dando tiempo a que dicho proceso de aprendizaje se dé durante un lapso más amplio. Adicionalmente, el proceso de no repetición debe complementarse (lo cual no se hizo en el caso mexicano) con varias medidas que, de no existir, lo hacen contraproducente.
Podemos mencionar:
  • a) El acompañamiento de los alumnos durante esos tres primeros grados por el mismo maestro, lo cual permite al docente familiarizarse con las características educativas, físicas, psicológicas, sociales, emocionales, familiares, etcétera, de cada uno de sus 25 o 35 alumnos, permitiéndoles adecuar sus estrategias pedagógicas, didácticas y psicosociales a cada uno de sus alumnos, devolviendo a los docentes el antiguo papel de tutor y verdaderos constructores de personas;
  • b) Apoyo especializado para los alumnos que los docentes detecten en ese periodo como atípicos, ya sea que presenten problemas de audición, visión, conducta, familiares, pobreza, etcétera, con el objeto de atender dichas atipicidades oportunamente, nivelarlos o canalizarlos a tiempo para su atención más especializada en caso de requerirse;
  • c) Fortalecimiento de las competencias psicosociales de los docentes para la detección y manejo inicial de conflictos en esos órdenes de sus alumnos y en su entorno familiar.
Complementariamente, la no repetición y el acompañamiento por ciclo de los docentes con sus alumnos, termina con la nefasta costumbre (no justificada ni sustentada por ningún instrumento normativo) de fomentar maestros especialistas de grado, como si la preparación profesional y el título que les acreditan como docentes indicara “Maestro de educación básica de X grado”, costumbre que contradice el más elemental sentido común, que nos indica que los más aptos se canalizan a enfrentar los problemas más complejos, lo cual no sucede en educación en la actualidad, en la que es costumbre que los docentes más experimentados se hagan cargo de sexto grado, que presenta menos dificultad que los primeros grados, en los cuales generalmente son asignados los maestros de nuevo ingreso, los recién egresados, sin experiencia. No se trata entonces de “cargarle” la mano a unos u otros, sino de distribuir las fortalezas y debilidades docentes homogéneamente en todos los grados y no direccionar las debilidades a los niños más pequeños y las fortalezas a los mayores.


La no repetición en los términos antes expuestos, y sólo de esta forma, resalta —insisto— el papel de tutor antes mencionado: resarce el valor social de su función, fortalece el compromiso por sus educandos, elimina en ellos sentimientos de culpa y fracaso, coadyuva a la disminución de la deserción y rezago educativo, reduce los costos de la educación, y, por ende, ayuda a elevar los niveles de calidad de la educación nacional.
En síntesis, reformar no significa eliminar, destruir, devastar y demoler; sino cambiar, transformar, mejorar y optimizar. Ciertamente algunas de las políticas y estrategias educativas del pasado reciente no fueron pensadas, ni instrumentadas con todo el rigor metodológico que requerían, pero tampoco es viable considerar que son totalmente absurdas, equivocadas o mal intencionadas, conviene reflexionar sobre aspectos que de suyo son rescatables, dejando a un lado revanchismos o descalificaciones políticas, pensando siempre en el mejor interés de las nuevas generaciones. Una década de inmovilismo y retraso del país en muchos sentidos requiere altura de miras, una visión de estadista, un realismo pragmático, un sentido profundamente nacionalista y rescatar y aprovechar todos los elementos positivos al alcance, sean estos de los adversarios políticos y de las huestes propias, so pena de que —de no asumirlo así— en el corto y mediano plazo México se verá rebasado por sus pares latinoamericanos, tal cual ya sucede si analizamos el comportamiento en muchos indicadores de países como Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay, etcétera; condenando a nuestra descendencia a la mediocridad, pobreza y desánimo, que sólo una buena educación podrá evitar.