Texto publicado en la página de MexicanosPrimero: http://www.mexicanosprimero.org/maestros/blog-mexicanos-primero/371-aula-o-jaula.html
"En esto de la Evaluación
Universal para Docentes, cabe decir que no es "un cheque en blanco" y
que admite hacer reflexiones algo más serias que las que la buena fe nos
permita. El fenómeno no es tan sencillo, es multifactorial y debe ser tratado
con la mayor seriedad posible. Así pues, en algún momento desarrollé un
artículo al respecto que quizá pueda aportar algo al debate de tan importante
tema, el cual pongo a sus órdenes en mi blog http://jcpps.blogspot.com/ y que por
sus dimensiones no es posible reproducir en este espacio.
Ahora bien, dado lo anterior
baste con decir que la Evaluación Universal para Docentes debe reconocer al
menos 5 elementos, que de no hacerlo se corre el riesgo de eternizar el actual
debate y dar al traste con tan importante mecanismo para elevar la calidad
educativa.
PRIMER ELEMENTO. Es irrenunciable
e innegociable el derecho del Estado Mexicano de evaluar todas y cada una de
las acciones que son de su responsabilidad, sean estas de carácter económico,
social, político, seguridad, o de cualquier otra índole que la Ley Orgánica de
la Administración Pública le confiera, esto, Señores Maestros, Doctores,
Ingenieros, Licenciados o Mexicanos de cualquier sector es una obligación y un
derecho inalienable del Estado, nos guste o no, lo cual lo justifica el
superior interés de la Nación y punto, sea el nuestro un estado monárquico,
totalitario, teocrático, dictatorial, democrático, o en vías de lo que sea, no
es posible pensar en un estado que no evalúe lo que hace, como tampoco es sano
que ninguna organización humana no evalúe lo que hace para saber si va en el
camino correcto o incorrecto ante los objetivos que se plantea.
SEGUNDO ELEMENTO. La Evaluación
Universal para Docentes no es un fin en sí mismo, ni representa la fundación
del sistema educativo mexicano, éste, deviene de muchas décadas atrás y está
compuesto por diversas acumulaciones históricas producto de generaciones y
generaciones de mexicanos y mexicanas, no se llegó al actual estado de cosas
por arte de magia y mucho menos venimos de un estado de situación mejor, sino
todo lo contrario. Solo por mencionar un dato, México hace 100 años tenía un
80% de analfabetos y durante esos mismos 100 años hemos pasado de 15 millones
de mexicanos y mexicanas a 115 millones, esto es 1 millón en promedio más por
cada uno de estos 100 años y ahora somos solo 7% de analfabetos, esa es la
realidad. Así que la Evaluación Universal para Docentes debe ser un mecanismo
para mejorar la educación y no como algunos esfuerzos evaluativos de reciente
data se han trasformado en fines en sí mismos olvidando el objetivo que pretendían
(por ejemplo, se han acumulado más de 80 millones de pruebas ENLACE y no se ha
avanzado nada).
TERCER ELEMENTO. Dentro de las
acumulaciones históricas que componen el actual Sistema Educativo Mexicano están
los LEGÍTIMOS derechos adquiridos de los trabajadores de la educación, nótese que escribo legítimos con MAYÚSCULAS,
esto en función de que dichos derechos son los que responden unívocamente a las
legítimas obligaciones que los trabajadores de la educación se comprometen a
partir de su nombramiento. La Evaluación Universal para Docentes debe reconocer
irrestrictamente estos legítimos derechos, siempre y cuando se cumplan con las
legítimas obligaciones contractuales que les vinculan.
Dicho desde otra perspectiva, el
hecho educativo aún cuando responde al ejercicio de un derecho humano: “Artículo
26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Toda persona tiene
derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental
será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser
generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en
función de los méritos respectivos.”, también está delimitado por la
confluencia de otro derecho humano: “Artículo 23. De la misma Declaración 1.
Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el
desempleo. 2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual
salario por trabajo igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una
remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia,
una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso
necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. 4. Toda persona
tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses. Artículo 24 Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del
tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a
vacaciones periódicas pagadas.” Y es en la confluencia de estos dos derechos
humanos -a la educación y al trabajo- que se debe determinar los alcances y
limitaciones de la Evaluación Universal para Docentes.
CUARTO ELEMENTO. Las terribles
condiciones de inequidad social y económica que caracterizan a nuestro país
hacen que el entorno y medios en que se da el hecho educativo también se vean
arrastrados a estas condiciones de inequidad social, donde no necesariamente en
contextos de mayor dificultad se observan los apoyos y retribuciones que
compensen dichas inequidades, sino todo lo contrario, que a condiciones de
mayor pobreza y rezago social, corresponden condiciones educativas más precarias
y limitadas, por lo que la Evaluación Universal para Docentes deberá de
observar dichas inequidades.
QUINTO ELEMENTO. Concomitante con
el anterior elemento relativo a las condiciones del entorno y los medios
educativos, está lo que pudiéramos llamar “la materia prima”, el aprendizaje de
los alumnos. Según la investigación educativa dura en todo el planeta
(incluyendo PISA o TIMSS o LLECE), nos indica que generalmente la variable más
determinante de los resultados del aprendizaje de los alumnos, no pasa por lo
que sucede dentro del salón de clase, de la escuela, sino que dice relación con
el capital cultural de entrada de los alumnos, del cual su mayor “predictor” es
el grado máximo promedio de educación de sus padres, con lo cual sumar a la
evaluación de los docentes los puntajes que sus alumnos obtengan en pruebas
como ENLACE, generalmente será una forma de profundizar las inequidades existentes
y del todo injusto para los docentes cuyo capital cultural de sus alumnos sea
bajo en comparación con los docentes cuyo capital cultural de sus alumnos sea
alto.
Lo expuesto en los dos puntos
anteriores no se resuelve con imputar el índice de marginalidad de las
localidades elaborado por el INEGI a las escuelas, ya que ni las escuelas
tienen condiciones consistentes con dicho índice, ni los alumnos que asisten a
ellas pertenecen necesariamente al entorno donde se ubica la escuela, solo
baste ejemplificar con las escuelas públicas que se ubican en los barrios de
más alto ingreso, en las cuales sus alumnos generalmente no pertenecen a dicho
entorno, sino que generalmente son hijos de las o los trabajadores de dichos
entornos. Se requiere de la construcción del Índice de Esfuerzo Escolar IEE,
que determine por cada alumno su capital cultural de entrada.
En fin, como ustedes pueden
derivar de lo dicho anteriormente, la Evaluación Universal para Docentes no
puede ser un “cheque en blanco”, la ecuación es compleja y requiere de un
debate abierto, serio, sistemático, que no solo parta del derecho y obligación del
estado de evaluar las responsabilidades a él encomendadas, sino que convine al
menos los cinco elementos citados y concite la adhesión de todos los
involucrados, legitimando así, un proceso necesario e impostergable para
mejorar la educación de nuestro país. "