Mitos y realidades de la NO SELECCIÓN en educación.
Un debate chileno, visto desde una experiencia mexicana.
Ensayo publicado en:
Revista Análisis Público de la Escuela de Administración Público, Universidad de Valparaiso, Chile, Número 5, pp 113 a 132, julio 2015 http://issuu.com/analisispublico/docs/an__lisis_p__blico_n__5-2015_8029eb958cdb7f?e=0/14166023#search ; y,
Revista de
Educación y Cultura AZ. (1ª. Parte) Número 91. pp 36 a 41. marzo 2015 http://www.educacionyculturaaz.com/091/091-AZMARZO2015.pdf . (2ª. Parte) Número 92.
pp 36 a 41. abril 2015 http://www.educacionyculturaaz.com/092/092-AZABRIL2015.pdf
Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar[1].
Antes que nada quiero aclarar desde donde
escribo este texto. En 1979 fui invitado a responsabilizarme de garantizar el
acceso a la educación primaria de todos los niños[2]
en la ciudad más poblada del planeta, hecho que -junto a un gran equipo de
trabajo-, logramos tan solo un año después, por lo que en 1981 se me
responsabilizó igualmente de lograr la misma meta para la educación preescolar
y años más tarde para la educación secundaria, cubriendo así todo el espectro
de la educación básica en el Área Metropolitana de la Ciudad de México (AMCM:
16 delegaciones políticas del Distrito Federal D.F. y 12 municipios conurbados
del Estado de México –Equivalentes ambos a lo que en Chile se conoce como Comunas-,
con una población total en aquellos tiempos de 20 millones de habitantes,
equivalente a más del total de población actualmente en Chile), responsabilidad
que encabecé durante 16 año, hasta septiembre de 1995.
El volumen de solicitudes de inscripción que se
manejaban mediante el Sistema Automático de Inscripción y Distribución (SAID)
-nombre con el que se conocía y se conoce actualmente el sistema responsable de
esta función en la Ciudad de México-, para 1995, era de aproximadamente medio millón
de niños al año, 230 mil en los tres grados de educación preescolar, 110,000
para el primer grado de educación primaria y 160 mil para el de secundarias;
todo esto en alrededor de 5,000 escuelas públicas oficiales (1,500 jardines de
niños, 2,500 primarias y cerca de 1000 secundarias, tan sólo en el D.F. y otro
tanto en el Estado de México).
Es desde ahí, desde esa responsabilidad lograda
por 16 años y que hasta hace poco tiempo se mantenía vigente, que quien escribe
este texto lo hace, lo cual de ninguna manera quiere decir que dicha
experiencia puede ser extrapolada en automático a otras latitudes como a veces
los latinoamericanos somos dados en hacer, pero que tal vez si pueda dar luces
a uno de los temas que en este momento se discute con tanta vehemencia en la
sociedad chilena, LA NO SELECCIÓN EN EDUCACIÓN.
Es entonces desde una experiencia real, masiva
y comprobada que me atrevo a hacer estas reflexiones y no tan solo desde la
teoría, desde la academia o desde las sesudas opiniones personales de “disque”
experto en el tema educativo.
Quiero así empezar por decir que SOLO EXISTE UN
MÉTODO QUE EVITE LA SELECCIÓN DISCRIMINATORIA, todos los demás, sean cuales
sean, son DISCRIMINATORIOS, método, -el primero-, que voy a mencionar al final
de este texto y que quizá sea el menos aceptable para muchos de quienes
defienden la no selección en un proceso de acceso a un derecho humano, EL
DERECHO A LA EDUCACIÓN, establecido en el Artículo 26 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos:
“Toda
persona tiene derecho a la educación.
1. La educación debe ser gratuita, al menos en
lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción
elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser
generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en
función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno
desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión,
la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos
o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a
escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.”
Partiré por describir sucintamente el método
que tras muchos análisis y años de consulta pública a docentes y directores de
escuelas se consolidó como aceptado socialmente y usado en el SAID, lo cual por
cuestiones de espacio del presente artículo solo mencionaré para la educación
primaria, por ser este nivel el que con mucho debe ser el más universal de todos,
que con matices más o menos se extrapola a los otros niveles educativos.
Dada la magnitud, complejidad y universalidad
del nivel de educación primaria, que en aquel primer año acusaba cierto nivel
de rezago en el acceso, el modelo del said comenzó por anticipar 8 meses al
inicio de clases el registro de las solicitudes de ingreso al primer grado
(demanda educativa) durante 10 días por orden alfabético, aceptando todas las
solicitudes que se hicieran más allá de la capacidad de los planteles, con lo cual,
por una parte se mejoró la precisión en su cuantificación, en virtud de que se
migró de la estimación histórica y estadística, a la demanda explícita y
manifiesta de los padres de familia o apoderados de sus deseos de donde querían
que sus hijos se educaran y las características de sus hijos mismos, y por otra
parte, se logró dar espacio para la racional planeación de la consecución de
todos los satisfactores necesarios para garantizar la atención del 100% de la
demanda el primer día de clases (contratación de docentes, impresión de libros
de texto, construcción y ampliación de escuelas, equipamiento, elaboración de
materiales didácticos, etc.).
Si bien en términos reales con esta estrategia
se dio solución a muchas interrogantes y problemas del fenómeno, sobre todo
aquellos que tienen que ver con los grandes volúmenes y números gruesos, no se
resolvían los problemas más particulares de este proceso, sobre todo uno de los
que siempre están presentes a nivel plantel: el desequilibrio entre oferta y
demanda educativa que es tan preocupante igualmente en Chile y en cualquier
latitud, donde existen escuelas cuya demanda rebasa con mucho su capacidad
instalada, en tanto existen otras en las que hay lugares disponibles en demasía
y poca demanda.
Para resolver este problema se optó por
sistematizar con toda precisión la información tanto de la oferta, como de la
demanda educativa. Por un lado, durante el periodo de inscripciones anticipadas
se levanta una ficha por cada plantel educativo que especifica con toda exactitud
sus datos de identificación (clave, nombre, dirección, etc.) y los lugares
disponibles para alumnos de nuevo ingreso -reales o potenciales-, los cuales
son la suma de los espacios que dejan los alumnos del último grado que
abandonarán la escuela al final de su proceso educativo, más las lugares no
utilizados por aulas sin uso (reales), más los espacios que son posibles de
construir en las escuelas conforme un modelo arquitectónico oficial -6, 12, 18
o máximo 24 aulas por escuela- (potenciales), con lo cual se conforma la oferta
educativa disponible total.
Concomitante con lo anterior, cada solicitante
de ingreso debe de llenar igualmente una ficha en la cual registran entre otros
datos, su información personal (Nombre, edad, etc.), tres opciones donde es su
deseo ingresar, su domicilio, si tienen hermanos en la escuela de su
preferencia y cuál es su escuela de origen (jardín de niños).
Con la información de la oferta educativa se complementa
lo que en la planificación educativa se conoce como el Mapa Escolar, esto es
una zonificación de escuelas y redes de las mismas, donde los criterios para la
delimitación de las zonas de influencia de las escuelas son: distancia –las
escuelas más distantes de la zona no pueden estar a una distancia superior a 20
minutos para un niño de 6 años de edad a pie-, no deben de ser cruzadas por
vialidades peligrosas, ni ríos o canales infranqueables, ni otro tipo de
obstáculos, en lo posible pertenecer a un mismo barrio o zona urbana, etc., con
lo cual se conforma las zonas de influencia y dentro de ellas se crean las
redes de escuelas cercanas o accesibles unas de otras.
Paralelamente, a partir de la información de la
ficha de cada estudiante se registra y jerarquiza la demanda educativa con los
siguientes criterios:
1. Edad del solicitante. La edad correspondiente al grado =
0; una año más = 1; más de un año = 2.
2. Domicilio del solicitante. Barrio igual al de la escuela de 1ª. opción = 0; barrio distinto al de la escuela de 1ª. Opción = 1.
3. Hermanos del solicitante. El solicitante tiene hermanos en la escuela de 1ª. Opción = 0; El solicitante NO tiene hermanos en la escuela de 1ª. Opción = 1.
4. Escuela de origen del solicitante. El solicitante proviene de una escuela pública = 0; El solicitante NO proviene de una escuela pública = 1.
5. Opciones deseadas. Nombre y clave de las escuelas solicitadas como 1ª., 2ª. Y 3ª. opción.
2. Domicilio del solicitante. Barrio igual al de la escuela de 1ª. opción = 0; barrio distinto al de la escuela de 1ª. Opción = 1.
3. Hermanos del solicitante. El solicitante tiene hermanos en la escuela de 1ª. Opción = 0; El solicitante NO tiene hermanos en la escuela de 1ª. Opción = 1.
4. Escuela de origen del solicitante. El solicitante proviene de una escuela pública = 0; El solicitante NO proviene de una escuela pública = 1.
5. Opciones deseadas. Nombre y clave de las escuelas solicitadas como 1ª., 2ª. Y 3ª. opción.
Con
los anteriores valores, se conforma una tabla de jerarquía de la demanda
educativa, a partir de la cual se inicia el proceso de distribución de alumnos.
Una vez hecho lo anterior se inicia el proceso
de distribución de los solicitantes en atención al orden de prioridad de la
tabla anterior, inscribiéndoles en la escuela de su primera opción, hasta en
tanto existan lugares disponibles; al irse saturando las escuelas de 1ª.
opción, entonces el sistema busca lugar en la 2ª. Opción, hasta que haya lugar
en ellas; momento en el cual pasa a la escuela de tercera opción marcada por
los padres de familia.
Conviene mencionar que este primer nivel de
distribución alcanzaba a satisfacer los deseos de los padres de familia en un
90% a 1ª. opción, 3% a 2ª. opción y un 1% a la tercera y última opción marcada
por los padres de familia; en total 94% de la demanda educativa queda asignada
a alguna de las opciones marcadas por los padres, definitivamente
mayoritariamente a su 1ª. Opción.
Una vez llegado a este momento, el 6% restante
que no había podido ser asignado a las opciones marcadas por los padres de
familia, se procedía a inscribirle en alguna de las escuelas que conforman la
red de escuelas cercanas (5 máximo), que en ningún caso pueden estar a una
distancia superior a 20 minutos a pie de las escuelas solicitadas por los
padres de familia.
Este modelo supone 24 niveles jerárquicos de
demanda y 18 opciones de inscripción posibles para cada solicitante, con lo
cual se lograba inscribir cerca del 100% de la demanda, quedando un remanente
sumamente pequeño que a pesar de toda la capacidad y racionalidad del modelo,
no tenía acceso en función de la capacidad instalada por el sistema educativo,
a partir de lo cual se genera el programa de ampliación de escuelas o de
construcción de escuelas de nueva creación, obras que en el marco de
restricciones antes descrito (opciones de los padres y cercanía a ellas), daba
tiempo de ser construidas dado lo anticipado del proceso de inscripciones, con
lo cual se logró desde los inicios del modelo en 1980 la atención del 100% de
la demanda educativa en el Área Metropolitana de la Ciudad de México (la zona
conurbada más poblada del planeta, 20 millones de habitantes)
Lo anterior lo menciono tan solo para
ejemplificar que el modelamiento y sistematización racional de los fenómenos de
atención de las demandas sociales es capaz de resolver en gran medida cualquier
problema, por más complejo que se suponga sea, lo cual de ninguna manera quiere
decir que ello pueda resolver las discusiones éticas o valóricas que están
implícitas en ellos, lo cual es el objeto mismo de este artículo, LA NO DISCRIMINACIÓN EN EL PROCESO DE
ACCESO A LA EDUCACIÓN BÁSICA DE CHILE O DE CUALQUIER OTRO PAÍS, sea este
desarrollado, en vías de serlo o francamente subdesarrollado.
Pasemos a analizar entonces los criterios antes
aludidos, a los efectos de identificar sus posibles sesgos discriminatorios,
los no discriminatorios si es que los tienen y cual es en mi opinión la única
opción no discriminatoria posible, que seguramente no es del gusto de nadie,
pero que de ninguna manera atenta contra la calidad educativa.
Edad del solicitante. Este criterio aun cuando pudiera en
un primer análisis parecer no discriminante y responder al cumplimiento de la
norma esperada, en un segundo análisis más profundo es en extremo
discriminatorio, de hecho, doblemente discriminatorio.
En primer término pareciera que los defensores
de este criterio olvidan que: 1. Estamos tratando un derecho humano, al cual
todos debieran tener acceso en igualdad de condiciones; y 2. En este caso se
trata de inimputables, o sea se trata de seres que no son imputables por su
situación. Dicho de otra forma, bajo este criterio se defiende que seres
inocentes, inimputables; que su familia o la sociedad ya les ha impedido el
acceso a un derecho humano en forma oportuna, sin que ellos tengan
responsabilidad alguna por ello, la sociedad nuevamente les trate como
ciudadanos de segunda y les relegue a ser tratados en igualdad de condiciones
que sus demás congéneres más afortunados que si tienen acceso a solicitar su
educación en el tiempo prescrito para ello.
Por lo anterior este criterio, sin lugar a
dudas es doblemente discriminatorio.
Domicilio del
solicitante. En
este caso, si bien no es del todo claro que exista algún sesgo discriminatorio al
respecto o que la diferencia de domicilio se deba a algún tipo de discriminación
positiva de los padres o apoderados, si existe el riesgo de que un buen
porcentaje de estos solicitantes acuda a pedir ingreso a una escuela ubicada en
un barrio distinto al de su residencia, no por gusto o prestigio de la escuela
solicitada, sino porque simple y llanamente en su localidad no existe el
servicio educativo, luego entonces además de que el estado no le brinda en su
localidad todos los servicios que son obligación del estado proveer, al
solicitar inscripción en una escuela de distinta localidad, nuevamente se le
discrimina y se le considera como menos. Sin lugar a dudas en este caso
discriminatorio.
Hermanos en la escuela
solicitada. Aun
cuando este criterio no discrimina socialmente, ni tampoco tiende a hacer más
significativas y difíciles las condiciones de precariedad de los alumnos, si
atenta contra el principio de igualdad que debe de primar en un servicio
público que debe de tratar por igual a todas y todos los miembros de la
sociedad, principio que igualmente desde la perspectiva del derecho humano a la
educación, no debiera hacer diferencia de ninguna naturaleza hacia miembro alguno de la sociedad. O es que por
ser hijo único o el primogénito de una familia, entonces debe de ser
considerado y tratado en segundo término. ¿Por qué?, qué culpa tiene ese niño
de haber nacido en una familia de un solo hijo o ser el primero de los
hermanos, ¿por qué por ese hecho que de ninguna manera es su responsabilidad, se
le confiere un estatus de segunda ante otros de su misma condición? Este caso
se vincula tangencialmente con el criterio que se quiere imponer en Chile de dar
prioridad a los hijos de los maestros o trabajadores de las escuelas del
solicitante, como si esa condición les haga ciudadanos de primera, por encima
de quienes no la tienen.
Discriminatorio igualmente.
Escuela pública de
origen. En este
caso pudiera pensarse en discriminación positiva, ya que se puede presuponer
que quienes no tienen el antecedente de provenir de una escuela pública,
provienen de una privada y por ese hecho gozan de una mejor condición
socio-económica, pero no necesariamente es así, ya que quedan por fuera los que
no provienen de ninguna escuela, jardín de infantes o párvulos, los marginados
de los marginados, los que nunca tuvieron acceso a la educación preescolar por
no haber capacidad en sus lugares de origen.
Nuevamente discriminación.
Conviene mencionar que para el caso de la
educación secundaria, se incluía además de los criterios antes mencionados, un
examen diagnóstico, que más que gravitar en la decisión del acceso a las
escuelas, daba información válida y relevante sobre el estado educativo de los
postulantes, la calidad educativa producida por el nivel de primaria y los factores
que le explican[3], pero
en ningún caso era un elemento que se considerará para decidir su ingreso, ya
que a todos se les asignaba lugar.
Con el análisis anterior no pretendo ser
exhaustivo ni expresar todos los perfiles que cada criterio puede tener, sino
que lo que se pretende es dar cuenta de que todos ellos, llevan implícito
cierto grado de discriminación, más allá de que las actuales prácticas en Chile
son en sí mismas sustantivamente más discriminadoras, ya que se basan en
criterios de discriminación social y de clase explícitos, que tan solo generan
segregación y que si atentan contra la calidad educativa. Digo que atentan
contra la calidad educativa, no a partir de mis opiniones personales, sino a
partir de la investigación dura en materia de calidad de la educación,
acumulada por ejemplo, por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la
Calidad de la Educación de la UNESCO, que en sus tres estudios regionales ha
demostrado con datos duros que a mayor diversidad al interior de las escuelas y
de las aulas, mejores rendimientos promedio de los alumnos.
En fin, visto todo lo anterior es claro que al
menos los criterios que se esgrimen y que son los más lógicos y comunes a
emplear en este proceso de evitar la NO SELECCIÓN, todos, o por lo menos todos
los expresados hasta ahora, si SON DISCRIMINATORIOS.
Ahora bien, cual es el argumento que aligera su
discriminación implícita, sin duda son tres los argumentos en su favor: 1. Son
socialmente aceptados por todos los estamentos; 2. Son objetivos y de
aplicación general; y 3. Pueden ser susceptibles de auditoría social. Paso a explicarme. La edad, el domicilio, los
hermanos en la escuela solicitada y el antecedente escolar en su conjunto son
criterios aceptados y no necesariamente son criterios explícitamente de clase
social que discriminen en ese sentido por sí mismo; son criterios tangibles y
presentes en todos los solicitantes; y finalmente, su cumplimiento y observancia
pueden ser comprobable por cualquier persona en todo momento y circunstancia,
todo lo cual da legitimidad social a su aplicación. Esos son los argumentos que
se deben de esgrimir en el discurso y no como equivocadamente se está haciendo,
defendiéndoles como no discriminatorios, porque como ha quedado probado, si lo
son y solo desgasta la discusión a favor de los mismos.
Llegados a este punto, cuál es en mi opinión el
único método que no implica discriminación, marginación o injusticia dirigida:
EL AZAR. El azar o la inscripción por sorteo es lo único que garantiza que no
se aplique ningún criterio que en sí mismo conlleve algún elemento
discriminatorio a priori. El azar además, garantizaría en teoría una mayor
diversidad al interior de las escuelas y las aulas, lo cual está en consonancia
con los hallazgos de la investigación dura sobre calidad educativa, pero no
necesariamente con el sentido común de nuestras sociedades.
Conviene mencionar, que el azar, de ninguna
manera está peleado con la tan defendida calidad educativa que algunos de los
centros que se autodefinen o la sociedad les define como de excelencia, ya que
si estos centros educativos en verdad son centros de excelencia, lo son por sí
mismos, por el profesionalismo de su planta docente, por la mejor gestión de
sus directivos, por sus instalaciones y por todos esos argumentos que dicen
tener y presumen como patrimonio exclusivo que les hace ser centros
verdaderamente superiores, y si eso es así, entonces sus resultados deben ser
igualmente excelentes sin importar los alumnos que reciban, sean estos del
estrato que sean. Si es de otra forma, entonces no son los planteles, ni la
planta docente que tienen, ni quienes les dirigen, ni sus instalaciones los que
hacen la diferencia, sino que son los alumnos que asisten a ellos los que la hacen,
y ellos como versa un refrán popular, “si son gallos, donde quiera cantan”.
El azar, tendería a igualar la educación -como
toda la investigación dura del mundo lo indica-, hacia arriba, eliminando de
una vez y para siempre la segregación y discriminación educativa, contribuyendo
a hacer una educación más inclusiva y universal para todos, donde la
experiencia de convivir y conocer distintas realidades humanas haría de los y
las chilenas del futuro seres más completos, íntegros y chilenos en el sentido
más amplio de la expresión, lo cual no necesariamente es el objetivo de ciertas
clases sociales, donde la exclusión y la discriminación es el criterio que más
gravita en el concepto de éxito que se tiene, lo cual atenta en definitiva en
la confianza que todo padre de familia o apoderado debe de tener en sus propias
potencialidades y las de sus hijos, en sus valores y en lo que todos los niños
son capaces de lograr sean quienes sean y provengan del estrato que provengan,
contrario al concepto arribista antes aludido, de que si mis hijos acuden y se
codean con las clases a las que no pertenecen acabarán por pertenecer a ellas,
ya sea en un sentido o en otro, y no por su propio esfuerzo y talento.
Lastimosamente, se torna sumamente difícil que
el azar sea un criterio aceptado en una sociedad donde la discriminación ha
sido y es el criterio socialmente aceptado, donde unos y otros, sean del nivel
que sean aceptan y viven en un continuo mundo de discriminación, sea de arriba
a abajo o de abajo a arriba, donde la discriminación es el pan nuestro de cada
día.
El modelo mexicano entonces, rompe con la
selección –discriminación- de los colegios por ingresos, por clase social, por
conducta, por rendimiento educativo o por cualquier otro criterio de
discriminación desde la dirección de la escuela, para pasar efectivamente a
considerar la opinión de los padres de familia mediante las opciones
manifiestas de ellos; considerando criterios únicos, de aplicación general y de
verificación pública; y en función de las capacidades físicas de los planteles.
Y en eso, solo en eso, es donde radica su justicia social, en que es igual para
todos y es verificable su cumplimiento.
Por último, conviene reflexionar sobre un hecho
coyuntural pocas veces esgrimido en el discurso tanto de los defensores de la
reforma, como de sus detractores. Pareciera que según la evidencia documentada,
nadie –absolutamente nadie- discute hoy día que el rendimiento observado por
Chile en los mecanismos de evaluación educativa internacionales son poco
satisfactorios -PISA 2012 matemática por ejemplo-, lo absurdo entonces es que
nadie reconoce que esos malos resultados, son simple y llanamente el producto
del actual sistema de cosas.
Gráfico 1. Resultados de Matemática en
PISA 2012.[4]
AZULES =
Países de la OCDE. VERDES =
Países no pertenecientes a la OCDE. TONOS MÁS OSCUROS = Latinoamericanos. NEGRO
= Promedio OCDE.
Del anterior gráfico de puntajes brutos se
observa que al dividir la distribución de países en cuartiles: 1. Todos los países latinoamericanos están en el último cuartil -el de más bajos rendimientos-,
a diferencia de todos los países asiáticos que están en el primer cuartil; 2. Chile
y México, penúltimo y últimos lugares de los países de la OCDEE respectivamente,
¿deben de sentirse orgullosos de ser los mejores, de los peores?. Eso es lo
absurdo de quienes defienden el modelo actual. Complementariamente con lo
anterior, si se les compara en función de lo que se esperaría de ellos dado su
Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (IDH), su situación variaría
sustantivamente como puede observarse en el siguiente gráfico y tabla, que
muestran la diferencia entre lo esperado en la prueba PISA y lo realmente
logrado en la misma según dicho Índice. Diferencia que en distintos ensayos,
artículos y papers he dado en llamar
Índice de Esfuerzo Escolar IEE, mejor conocido en estadística como residuos.
Gráfico 2.
Regresión simple de los
resultados de PISA 2012 en matemática relacionados con el IDH 2013
Tabla 1. Reordenamiento de
los países en función de las distancias entre los resultados promedio de los
países en PISA y la línea de regresión o predicción -Índice de Esfuerzo Escolar IEE (residuos)
En general del gráfico y tabla anteriores se
observa la diferencia entre los MAYORES o MENORES puntajes y los MEJORES o
PEORES puntajes, énfasis que debiendo ser el principal dato a aportar por este
tipo de evaluaciones, se le da muy poca relevancia en la práctica. Por otra
parte, es importante observar entre otras cosas, que:
1.
Ser
miembro o no de la OCDE no es condición para obtener resultados por encima o
por debajo de lo esperado en PISA.
2.
Todos
los países del Este asiático pertenezcan o no a la OCDE, todos sin excepción,
observan resultados por encima de lo esperado.
3.
Todos
los países latinoamericanos que participan en PISA sin importar si pertenecen o
no a la OCDE, todos sin excepción, obtienen resultados por debajo de lo
esperado.
En lo particular se puede apreciar que:
1.
Viet
Nam es con mucho el país cuyos resultados distan más de lo esperado en función
de su Índice de Desarrollo Humano (+ 147.03), y por tanto, es el país cuyo
sistema educativo obtiene el mejor resultado a partir de lo que indica PISA.
2.
Singapore
que es el país con el mayor puntaje bruto en la prueba de PISA, aun cuando no
es el país con los mejores puntajes, si guarda una diferencia significativa con
relación a lo esperable en función de su mezcla social o IDH (+ 76.12).
3.
Finlandia,
que en anteriores ejercicios de PISA obtuvo el primer sitio, en este ejercicio
además de bajar al 9º. Lugar, si se le analiza en función de lo esperado según
su IDH, si bien obtiene un puntaje superior al esperado (+ 23.50), se desplaza
aún más, llegando al número 15 de todo el estudio.
4.
México
que según el puntaje bruto de PISA ocupa el último lugar de los países que
pertenecen a la OCDE, al comparársele en función del IDH (lo esperable),
entonces pasa a estar por encima de varios de ellos: Israel, Turquía, Estados
Unidos y Noruega, como también de Chile, escalando dos lugares en el total
general, del 50 al 48.
5.
Chile
–como ya apuntábamos anteriormente-, si bien ocupa el penúltimo lugar de los
países de la OCDE, solo por encima de
México según los puntajes brutos, cuando se le ubica en función de la
diferencia entre lo esperado y lo logrado –Índice de Esfuerzo Escolar-,
entonces en el concierto de todos los países participantes en PISA -pertenezcan
o no a la OCDE-, baja 8 posiciones en la tabla general, pasa del lugar 48 al 56
de los 65 países participantes en total, lo cual es una prueba irrefutable de
que la segregación social obra en contra de la educación chilena. (Lo anterior
igualmente se puede observar entre las distintas modalidades educativas
chilenas actuales, si se compara sus resultados en función de lo que es
esperable según su mezcla social y no como en forma amañada se aduce a partir
de los puntajes brutos observados en SIMCE).
Luego entonces, si los resultados del actual
modelo son en definitiva mediocres, malos y muy por debajo de lo esperable en
función de la mezcla social de Chile, porqué se insiste en mantener el sistema
que nos ha llevado a que esto sea así, porque si casi toda la sociedad cuestiona
la calidad educativa del país y algunos de los indicadores indican que la
educación chilena actualmente no es buena, ni satisfactoria, ni la que se desea,
luego entonces porque se pretende que siga igual.
La solución, es claro que no es el producto de
trasladar en automático lo que sucede en otras latitudes con las cuales Chile
no tiene similitudes históricas, culturales, étnicas, ni sociales, sino que
debe ser el producto del debate interno, de la construcción colectiva, de la
reflexión propia que considere a todos los sectores en su exacta dimensión, sin
que prime ninguno de ellos por su poder económico, por su capacidad de gestión,
ni por su influencia política, sino que haya lugar para todas las opciones, que
todos los sectores estén representados y tengan espacio para sí, o por su
necesidades no resueltas, o por aquellos criterios que legítimamente se de la
sociedad chilena en su conjunto, pero lo que si no puede ser, es que se acepte
prolongar lo que en el discurso y en la práctica, todos aceptan que se da en la
actualidad: la mediocridad y la falta de calidad en educación.
Ensayo publicado como:
“Mitos y realidades de la no selección en educación. Un
debate chileno desde una experiencia mexicana” J. C. Palafox. Revista Análisis Público de la
Escuela de Administración Pública de la Universidad de Valparaiso, Chile, en su
número 5, pp 113 a 132, julio 2015 http://issuu.com/analisispublico/docs/an__lisis_p__blico_n__5-2015_8029eb958cdb7f?e=0/14166023#search ; y Revista de Educación y Cultura AZ. (1ª.
Parte) Núm. 91. pp 36 a 41. Marzo 2015 http://www.educacionyculturaaz.com/091/091-AZMARZO2015.pdf . (2ª. Parte) Núm. 92. pp 36 a 41. abril 2015 http://www.educacionyculturaaz.com/092/092-AZABRIL2015.pdf
[1] Consultor internacional en
temas de planificación, sistemas de información y evaluación educativa en
organismos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), el Programa
de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina (PREAL) y el Banco
Mundial (BM), y de los Ministerios de Educación y Cultura de Argentina,
Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador, México y Uruguay.
[2] Entendido como la garantía de
que toda solicitud de ingreso a la educación primaria sería atendida con un
lugar debidamente equipado en una escuela pública, con todos los elementos para
su satisfacción (aula, docente, mesa-banco, libros de texto, material didáctico,
etc.) gratuitamente y en la escuela solicitada, o en las indicadas como 2ª. o
3ª. opciones por los padres de familia o
apoderados, o en su defecto en alguna escuela cercana a las anteriores, a una
distancia no mayor a 15 minutos a pie de ellas para el caso de preescolar y
primaria, o 40 minutos en secundaria.
[3] En el caso mexicano esto fue
reflejado en un paper del autor del
presente artículo, J. C. Palafox en
coautoría con Juan Prawda y Eduardo Vélez, publicado por el Banco
Mundial (1992) y por la Universidad de Chicago (1994) el cual se tituló Primary School Quality in Mexico.
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