Comparto con todos aquellos interesados en temas educativos, mi último ensayo publicado por el SNTE en el libro "Realidades y Prospectiva Educativa", denominado: "Una Ecuación No Resuelta: Evaluación Educativa Más Capacitación Docente Igual Mejor Calidad Educativa", presentado recientemente en la FIL3013 (2 dic 2013).
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Lo aquí presentado corresponde al texto original, por lo que no observa algunos errores que tiene su versión de imprenta y le actualiza con la información de PSA2012 publicada recientemente (3 dic 2013).
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Título
del ensayo: "Una ecuación no
resuelta: Evaluación Educativa
más Capacitación Docente igual a
Mejor Calidad de la Educación."
Síntesis ejecutiva.
La
propuesta que este ensayo plantea estriba en el desarrollo de un modelo de
Evaluación Educativa y del Desempeño Docente:
•
Que
se sustente y ponga en el centro de todo el sistema los rendimientos educativos
de los alumnos.
•
Que considere
los indicadores educativos
como un todo: rendimiento educativo, condiciones escolares y capital
cultural de entrada de los alumnos, así como sus relaciones, sus diferencias y
sus impactos.
•
Que
no sobrecargue el actual modelo de evaluación con más trabajo, información, ni
erogaciones adicionales.
•
Que
aísle de los rendimientos educativos la influencia de factores externos al
proceso educativo (condiciones del entorno y capital cultural de los alumnos) y
permita rescatar el verdadero esfuerzo escolar que desempeñan alumnos,
docentes, directivos y el sistema mismo en su conjunto, sin sobre o sub dimensionar
lo que cada quien aporta desde sus propia realidad y conforme a sus propios
antecedentes.
•
Que
se vincule unívocamente la evaluación educativa con la capacitación docente y
produzca una real mejora de los actuales niveles de calidad educativa.
Es una
propuesta concreta, objetiva y real, que va más allá de discursos, de opiniones
personales o de ideologías políticas. Representa una apuesta para romper con el
inmovilismo, los prejuicios y el desarrollo actual de la evaluación en México,
a partir del reconocimiento de nuestras propias características y limitaciones,
sin que por ello pretenda hacernos “un traje a la medida” que soslaye, oculte o
maquille los problemas reales de la calidad educativa, sino que busque
diseccionarle para su mejor conocimiento, vincularle a los procesos de toma de
decisiones y a la capacitación docente, para finalmente producir -en los
hechos- la tan ansiada, necesaria y postergada mejora educativa.
Con esta
propuesta, sin ánimo de soberbia o arrogancia alguna, puede asegurarse que no
en 10 años o en una generación, sino en el corto o más tardar en el mediano
plazo, se pueden obtener resultados reales y palpables para el país en materia
de calidad educativa, utilizando la evaluación con rigor metodológico, visión
nacionalista, perspectiva de justicia social y un profundo sentido pragmático.
Semblanza del autor: Consultor Internacional en planificación,
gestión y evaluación educativa. Se desempeñó por más de 2 décadas en diversos
cargos de la administración pública mexicana; Sobre todo, durante 16 años fue
Director de Programación Educativa en el Distrito Federal de la Secretaría de
Educación Pública (SEP). Durante los últimos 20 años ha realizado actividades
de consultor en diversos organismos multilaterales a nivel internacional, como
el Banco Mundial, la OEI, el PREAL y la UNESCO, así como para los Ministerios
de Educación y Cultura de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador,
México y Uruguay. Asimismo, se ha desempeñado como consultor en el sector
privado y actualmente coordina un proyecto de prevención del Cambio Climático
en Chile. Ha impartido más de 100 conferencias a nivel Internacional y
nacional; ha sido docente a nivel de maestría en varias universidades y es
autor o coautor de más de 30 publicaciones en temas educativos. http://jcpps.blogspot.com/ y
jcpps@hotmail.com
Fotografía:
"Una ecuación no
resuelta: Evaluación Educativa más Capacitación Docente igual a Mejor Calidad
de la Educación."
Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar
Introducción.
Quizá
uno de los componentes más desarrollados, costosos y a la vez más cuestionados
de la acción educativa contemporánea, sea la evaluación de la calidad de la
educación; los sistemas creados alrededor de ella en la mayor parte de los
países de la región -muy en especial en México- y sus repercusiones en materia del desempeño docente.
Discutibles, fundamentalmente debido a la falta de evidencias empíricas y
científicas reales de algún impacto en la tan ansiada y necesaria mejora
educativa. En ese contexto, el presente ensayo pretende aportar elementos que
muestren algunas contradicciones inherentes a dicha evaluación educativa y su
necesaria --aun cuando no todo lo deseado-- vinculación con la formulación de
políticas y estrategias educativas y con los procesos de capacitación docente,
que conlleven a mejorar los actuales niveles educativos del país. Para ello, el
texto se inicia con esta breve introducción que explica el objetivo que se
persigue y el contenido del ensayo; seguido de un primer apartado que expone
algunos antecedentes, contradicciones y contexto en el que se da la evaluación
educativa; más adelante,
se plantean algunos
criterios básicos que
debieran observarse en la evaluación educativa; posteriormente, se
presenta una serie de propuestas que permitan vincular dicha evaluación con el diseño e instrumentación de políticas
y estrategias educativas, así como con la capacitación en servicio de los
docentes, que repercutan en un incremento real y comprobable de la calidad de
la educación, en específico, de la educación básica y por extensión de sus
niveles subsecuentes; para finalizar con algunas reflexiones y/o conclusiones
inherentes tanto a la propuesta como a sus alcances.
A. Algunos antecedentes y análisis crítico de la
evaluación educativa
En los
últimos treinta años, en México y en el resto de los países de América Latina,
y poco antes en los países más desarrollados, las prioridades educativas
migraron de temas principalmente relacionados con la expansión, la
universalización y el sostenimiento de la cobertura de los servicios
educativos, a temas más relacionados con la calidad y la equidad educativas.
Como
parte de ello, en la región y en nuestro país hemos asistido a la constitución
de entidades exclusivamente dedicadas al tema de la evaluación de la calidad de
la educación, tales como el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la
Calidad de la Educación (LLECE1[1]),
y en el caso concreto de México, el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Calidad de la Educación INEE (2003), actualmente en proceso de re-
estructuración a partir de la llamada “Reforma Educativa”[2].
En el ámbito internacional se ha dado un importante auge a distintas
instancias, como la IEA[3]
que realiza el estudio internacional denominado TIMSS[4],
quizá el estudio internacional sobre rendimiento educativo más antiguo del
mundo, y los estudios especializados de la OCDE[5]
como es el caso de PISA[6], que
en su última versión aglutina además de los 34 países que conforman la OCDE
(México y Chile entre ellos --mi patria y mi país de residencia
respectivamente--), otros 31 países más de distintas regiones del planeta,
cinco de los de cuales son de América Latina: Argentina, Brasil, Perú, Panamá y
Uruguay.
Paralelamente,
en el caso mexicano y a partir del año
2006, la Secretaría de Educación Pública
instrumenta el modelo
nacional de evaluación
educativa denominado ENLACE[7], el cual pretendía mediante la aplicación
censal de pruebas estandarizadas a alumnos de 3º a 6º de primaria, todos los
grados de secundaria y el último grado de bachillerato --en comprensión lectora
y matemáticas a todos y otras disciplinas según el grado--, desarrollar
indicadores válidos que dieran cuenta de la calidad de la educación mexicana,
con posibilidad de ofrecer información desagregada y comparable entre los
distintos niveles de gestión del sistema educativo, desde el nivel nacional,
hasta el de los alumnos, a los cuales les son aplicados los instrumentos de
evaluación, pasando por distintos ámbitos: el político-geográfico a nivel
estatal, municipal y de localidad, o de gestión escolar, como lo son los
sectores escolares, las supervisiones de zona, las escuelas y los grupos o
docentes, hasta llegar --como ya se dijo-- a los mismos alumnos que sustentan
dichas pruebas estandarizadas.[8]
Lastimosamente,
estos esfuerzos en sí mismos no han producido evidencia empírica real de tener
un efecto directo en la mejora educativa de México, como tampoco de la región.
Es más, ejercicios simples de estimación matemática de los resultados posibles
de México y los países de la región a partir de los resultados obtenidos en
los primeros esfuerzos
de evaluación educativa
internacionales, ya hacían prever
que ésta, por sí misma, no traería avances importantes respecto a mejoras
educativas.
Prueba
de lo anterior, fue la interpolación y posterior extrapolación de los
resultados de TIMSS 1995 combinados con los del LLECE de 1997, calculadas por
el autor de este ensayo en 1998 para un documento interno de UNESCO[9]. A continuación se presentan en una sola
escala, la cual se construyó a partir de la transformación de escalas
originales en la disciplina de matemática a unidades de Desviación Estándar,
utilizando la posición
relativa de Colombia
en la nueva
escala (único país latinoamericano que participó en los
dos estudios y publicó sus resultados[10])
para integrar las dos evaluaciones, obteniendo el siguiente cuadro:
Cuadro 1[11].
En
términos generales, en el cuadro anterior se puede observar que:
1.
Fue
posible visualizar la probable ubicación de los distintos países
latinoamericanos que no participaron en el estudio del TIMSS, a partir de los
resultados obtenidos por Colombia en ambos estudios;
2.
La
gran diferencia observada por Cuba en el estudio del LLECE con relación al
resto de los países latinoamericanos, ubicaría a este país en el contexto del
estudio del TIMSS dentro de los mejores del mundo, en un cuarto lugar;
3.
El
resto de los países latinoamericanos, en esta nueva escala, conformarían junto
con la República Islámica de Irán, Kuwait y Sudáfrica, el grupo de más bajo
rendimiento educativo;
4.
Partiendo
de esta interpolación, a México, aun cuando ocultó sus resultados en el estudio
de TIMSS-95, se le pudo ubicar por encima solo del antepenúltimo lugar de dicho
estudio (lugar 38 de 42); y,
5.
Esta
interpolación, elaborada en 1998, constituyó un pronóstico sobre los posibles
resultados futuros de los países latinoamericanos en posteriores estudios de
carácter internacional, pronóstico que se ha confirmado invariablemente en
todos los estudios realizados hasta la fecha.
Como
apoyo a lo mencionado en el último párrafo, en el siguiente cuadro se
sintetizan los resultados de los estudios internacionales más importantes
realizados hasta la fecha.
Cuadro 2.
Considerando
lo anterior, conviene hacer algunas precisiones que, de no hacerse, pudieran
generar conclusiones sobre o sub dimensionadas.
1.
En
primer término es necesario acotar el
ámbito de estas investigaciones en su real representatividad; para ello,
tomaremos como ejemplo el caso de PISA 2013, el último y de mayor cobertura
internacional. Así entonces, se puede observar que solo participan 65
países, mientras en el mundo existen
alrededor de 220; ello indica que más del 70% de países del mundo no participan
en estos estudios, hecho que pone en tela de juicio la aseveración que afirma:
“Los países latinoamericanos o México, ocupan los últimos lugares --del
mundo--”;
2.
Continuando
con el mismo ejemplo, el perfil de los países que sí participan en PISA es en
su mayoría de alto desarrollo humano, conforme al índice generado por las
Naciones Unidas a este respecto; mientras casi la totalidad de los países que
no participan, son de desarrollo humano medio o bajo. Lo anterior, si
consideramos que un porcentaje importante de las variaciones de los puntajes del
rendimiento educativo está fuertemente asociado al nivel socioeconómico de los
alumnos, es entonces de prever que
estos últimos países
--los que no
participan en este
tipo de evaluaciones
internacionales--, obtendrían puntajes similares o más bajos que los observados
por los países latinoamericanos;
3.
En
otro orden de ideas, es prudente llamar la atención de investigadores y
planificadores de la educación sobre la verdadera importancia de los resultados
de estos estudios: no solo deben servir para ubicar la posición relativa de
nuestros países respecto a los demás, ya que mediante la
instrumentación de procedimientos estadísticos relativamente simples –ya
mencionados--, con cierto margen de precisión, se puede
prever dicha ubicación,
con lo que
resultaría entonces sumamente
oneroso para el país hacer las inversiones que estudios como este exigen para
su realización (aproximadamente 1,000,000 de dólares); y,
4.
Como
resultado de aquello, resulta de vital interés que ante lo predecible de los
resultados generales de este tipo de estudios, se ponga especial atención a la
profundización y democratización de los hallazgos explicativos de dichos
resultados. De esta manera se evitará queden circunscritos únicamente a los rankins o para el conocimiento y uso
casi exclusivo de las cúpulas responsables de la investigación y planificación
educativas. Éstas buscan permear la estructura operativa del sistema educativo,
llegando hasta maestros y directivos escolares, niveles en quienes radica la
verdadera capacidad de transformar los actuales estándares de la calidad de la
educación; y, de ser posible, también a padres de familia, alumnos y la
comunidad en general, para que todos los estamentos sociales conozcan lo que
está sucediendo, sus explicaciones y como obrar en consecuencia.
Otras
críticas y contradicciones que suponen los instrumentos estandarizados de esta
naturaleza, se relacionan con argumentos de carácter académico ideológico: contradicción entre su estandarización y el
sentido primigenio de los sistemas educativos de generar nacionalidad en un
marco de respeto a todas las culturas que conforman dicha nacionalidad; así
como en argumentos técnico- estadísticos: representatividad efectiva de la “calidad educativa” al ser de los
llamados estudios de “papel y lápiz”, opción múltiple y aplicación anual única.
Argumentos todos mencionados por la mayoría de las investigaciones rigurosas y
serias en todo el mundo, que reconocen, entre otras cosas, que en países de
alta diferenciación e inequidad social como México, hay importantes factores
extraescolares (destacan las condiciones de inequidad en que se da el hecho
educativo y las diferencias de nivel sociocultural de las familias de los
alumnos), que impactan de manera importante los rendimientos educativos, en
algunos casos por encima de la intención de educar del sistema mismo.
Ahora
bien, estas críticas se acentúan aún más a partir del tratamiento simplista,
plano y descontextualizado de los resultados de las evaluaciones estandarizadas,
reflejado en desafortunadas y equivocadas declaraciones de algunos actores,
medios masivos de comunicación, funcionarios o “disque” entendidos del fenómeno
educativo. Ellos sostienen que algunas modalidades educativas, sectores
sociales, entidades geográfico- políticas, tipos de escuelas, etc., tienen un
mejor rendimiento que otras “per se”.
Como ejemplo, se afirma que la escuela privada es mejor que la pública, que las
escuelas urbanas son mejores que las rurales, que las escuelas “hispanas” son mejores
que las escuelas indígenas o que las secundarias generales son mejores que las
telesecundarias, etc.; aseveraciones que a partir de una interpretación seria y
rigurosa no resisten el más elemental análisis. Cuando los resultados de las
evaluaciones se contextualizan y se hacen comparaciones entre poblaciones que
comparten igualdad de condiciones o entre poblaciones que comparten el mismo
capital cultural, entonces los
resultados no son así; es más, en algunos casos se revierten, hecho demostrado
en diversas investigaciones.[13]
Por
último, quizá la crítica más difícil de eludir corresponde a que estos modelos
evaluativos de nivel internacional o nacional, ya sean muestrales o censales,
suponen una movilización de grandes recursos humanos, técnicos, materiales y financieros. En el
plano internacional (TIMSS o PISA) se calcula que entre los operativos mismos,
materiales, viajes de los técnicos y altos funcionarios, pago de membresías y
trabajo de analistas y aplicadores, supone un costo por operativo de por lo
menos un millón de dólares por ejercicio. En el plano nacional, como ENLACE,
los costos se incrementan sustantivamente, ya que su aplicación es censal, lo
cual ha supuesto alrededor de 20 millones de pruebas cada año, que en un
cálculo conservador de un dólar por cada examen aplicado, alcanzarían la nada
despreciable cifra de 20 millones de dólares por año. Ello equivale a una
inversión acumulada de 160 millones de dólares de 2006 hasta 2013. Inversiones
que en ningún caso parecieran justificarse en países pobres o en vías de
desarrollo como los nuestros; más aún cuando no existe evidencia empírica o
científica, que vincule dichos modelos evaluativos y sus altos costos con
alguna mejora en materia educativa.
B. Criterios mínimos a considerar en la
evaluación educativa
Llegados
a este punto, se hace necesario establecer algunos criterios mínimos que todo
sistema de evaluación educativa de nivel nacional deben observar para justificar o no su existencia y las altas
inversiones públicas que suponen, dentro de los cuales se pueden mencionar:
Primero, es irrenunciable e innegociable el derecho del
Estado mexicano de evaluar todas y cada una de las acciones de su
responsabilidad, sean de carácter económico, social, político, de seguridad,
salud, sustentabilidad o de cualquier otra índole que la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal le confiera. Esto es una obligación y un derecho
inalienable del Estado. Señores investigadores, doctores, profesores, maestros,
educadores, estudiantes, padres de familia, ciudadanos en general: la
evaluación es una función inherente a la función misma de gobernar, nos guste o
no nos guste. No es posible pensar en un Estado, sea su gobierno una
democracia, una monarquía,
un parlamento, una
teocracia, una dictadura
o un régimen militar, que no
evalúe lo que hace, como tampoco es sano que cualquier organización humana no evalúe lo que realiza, para saber si va en
el camino correcto o no, ante los objetivos que se plantea.
Segundo, la evaluación educativa, como ningún otro tipo de
evaluación, es un fin en sí misma ni representa la fundación del sistema
educativo mexicano; éste se origina muchas décadas atrás y está compuesto por
diversas acumulaciones históricas, es producto de muchas generaciones de mexicanos
y mexicanas. No se llegó al actual estado de cosas en materia educativa por
arte de magia, ni venimos, como algunos pretenden hacernos creer, de una
situación mejor. Sólo por mencionar un dato: en México hace 100 años cerca de
80% de la población era analfabeta[14] y durante esos mismos 100 años hemos pasado
de 15 millones de habitantes a 118, esto
es, alrededor de 1 millón en promedio más por cada uno de estos 100 años y
ahora sólo 7% padece esa lamentable condición. La evaluación educativa debe ser
un mecanismo para mejorar la educación, y no un fin en sí mismo, olvidando su
objetivo. Un ejemplo de esta confusión lo representa la acumulación de los más
de 160 millones de pruebas de ENLACE, sin que --como ya se dijo-- exista
evidencia alguna de haberse avanzado en materia de calidad de la educación en
México atribuible a los sistemas de evaluación.
Tercero, Dicho desde otra perspectiva, el hecho educativo,
aun cuando responde al ejercicio de un derecho reconocido en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos: el Derecho a la Educación también está
delimitado por la confluencia de otro derecho humano, igualmente definido en la
misma Declaración: el derecho al Trabajo.
Así,
dentro de las acumulaciones históricas que componen el actual Sistema Educativo
Mexicano, están los LEGÍTIMOS derechos adquiridos por los trabajadores de la
educación. Nótese que escribo legítimos con mayúsculas. Esto, en función de que
dichos derechos son solo los que corresponden
unívocamente a las legítimas
OBLIGACIONES que los trabajadores de la educación se comprometen a cumplir a
partir de su nombramiento. La Evaluación Educativa, y por ende la evaluación
del desempeño docente, debe reconocer irrestrictamente estos legítimos
derechos, siempre y cuando se cumplan con las legítimas obligaciones
contractuales que les vinculan.
Es en la
confluencia de estos dos Derechos Humanos —a la educación y al trabajo— que
deben determinarse los alcances, limitaciones y consecuencias de la evaluación
educativa y, por ende, la de los docentes.
Cuarto, El desempeño educativo es más de lo que evalúan
los actuales modelos, referidos
fundamentalmente a Lenguaje y Matemáticas como las competencias básicas e
instrumentales para adquirir los demás conocimientos, contenidos o
competencias. El fin último de la educación va más allá de estos instrumentos
de la cultura, que si bien son importantes y fundamentales, distan mucho de
reflejar los aspectos más finos de una educación de calidad: los aspectos
axiológicos, los valores más representativos de lo que un sistema educativo
tiene que buscar, el desarrollo de la democracia, la solidaridad, la
honestidad, el estado de derecho, el respeto al medio ambiente, etc. No tanto
la demostración de su conocimiento, sino de su empoderamiento y formación de conductas
humanas como una forma de vida que conlleve a la convivencia social armónica,
la felicidad y la satisfacción humana.
Quinto, Las terribles condiciones de inequidad social y
económica que caracterizan a nuestro país hacen que el entorno y los medios en
que se da el hecho educativo, también se vean arrastrados a estas condiciones
en las que no necesariamente se observan los apoyos y las retribuciones que
compensen dichas condiciones en contextos
menos favorecidos. Todo
lo contrario, a
entornos de mayor
pobreza y rezago social
corresponden condiciones educativas más precarias y limitadas, por lo que la
evaluación educativa y de los docentes deberá observar dichas inequidades.
Sexto, Concomitante con el anterior elemento
(condiciones del entorno y los medios educativos), están las profundas
asimetrías de lo que podríamos llamar “la materia prima”: los alumnos mismos.
Según la investigación educativa dura de todo el planeta (incluyendo PISA,
TIMSS y LLECE), generalmente la variable que más gravita en los resultados del
aprendizaje en países de alta diferenciación sociocultural o inequidad
como el
nuestro, es el
inicial capital cultural de los alumnos,
cuyo mayor “predictor” es el
grado máximo promedio de educación de sus padres. Por ello, no aislar el efecto
del capital cultural de los alumnos en los resultados de estas evaluaciones,
generalmente será una forma de estigmatizar a los alumnos menos favorecidos y
sobredimensionar a los más beneficiados socialmente; de profundizar las inequidades
sociales existentes; y resultará del todo injusto para alumnos y docentes, pues
los resultados de alumnos con bajo capital cultural, generalmente será bajo, en
comparación con alumnos con un capital cultural alto.
Ahora
bien, para neutralizar las distorsiones de los factores externos y de contexto
en las evaluaciones educativas, técnicamente no basta con imputar a las
escuelas el índice de marginalidad de las localidades elaborado por el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Porque ni
los planteles tienen condiciones consistentes con dicho índice, ni los alumnos
que asisten a ellas pertenecen necesariamente al entorno donde ésta se ubica;
baste ejemplificar con las escuelas públicas en barrios de alto ingreso, cuyos alumnos
generalmente no pertenecen a dicho entorno, sino que habitualmente son hijos de
los trabajadores de tales zonas.
Estas
distorsiones, tampoco se resuelven con las pretendidas “comparaciones entre
iguales” que en algún momento se propuso, de presentar los resultados separados
por control (Privadas con Privadas, Públicas con Públicas) o por modalidad
(Secundarias Generales con Generales, Técnicas con Técnicas, Telesecundarias
con Telesecundarias, Indígenas con Indígenas, etc.). Esto tendería a ahondar
aún más la inequidad y soslayarla, como también a “maquillar” la obligación del
Estado Mexicano de garantizar una misma calidad educativa en cada nivel sin
importar controles o modalidades.
Séptimo, Si a pesar de
los puntos anteriores no se observa en el corto tiempo una mejora
educativa real, el más elemental sentido común y buen criterio indicarían
que es necesario
suprimir este tipo
de modelos evaluativos. Quizá dedicar los
cuantiosos recursos que
se les destinan
a otro tipo
de políticas y estrategias que si demuestren
plausiblemente tener un impacto positivo en la mejora educativa, pero
solo hasta que
se demuestre que
un uso racional
de estas políticas evaluativas no
funcionan o si no se tiene la voluntad o capacidad política de instrumentarlas
correctamente.
Con
independencia de los criterios antes expuestos, conviene hacer una
acotación respecto a
las críticas a
las evaluaciones educativas.
Si bien es
importante considerar las condiciones en que se da el hecho educativo y
las diferencias iniciales de los alumnos en estas evaluaciones, a efectos de no
comparar “peras con manzanas” también es cierto que a partir de esta
consideración se cuestiona la evaluación con argumentos del todo equivocados,
simplistas e invalidantes de todo esfuerzo evaluativo. Por lo que se hace
necesario salir al paso de dichos argumentos para aclarar algunos puntos.
La
Medición de los Aprendizajes es a la Educación lo que el Metro es a la
Longitud. Es un instrumento de medida y sólo eso. Con esto lo que quiero decir
—ejemplificando—, es que no importa que uno sea de estatura baja o muy alto
para que sea legítimo usar el mismo metro para medirnos. Pensar que por tener menos de 1.50 metros de estatura debe
usarse un metro distinto al que mida la altura de una persona que alcance más
de 2 metros es totalmente absurdo, no resiste el menor análisis y no es un
argumento serio. El metro es uno, único y de aplicación universal para medir la
dimensión denominada longitud, no importa si se es pequeño, mediano o grande.
Este
argumento es igualmente válido para medir los rendimientos educativos, por lo
que es totalmente absurdo lo que proponen algunos pseudo expertos en educación,
como utilizar instrumentos distintos para evaluar un mismo conocimiento,
contenido o competencia, por el hecho de que las condiciones en que se da la
acción educativa sean distintas o los alumnos provengan de diferentes entornos.
Lo que hay que hacer es instrumentar
procedimientos estadísticos básicos,
que permitan aislar
el efecto de ese contexto o de esas condiciones de inequidad y rescatar
el verdadero esfuerzo escolar o el valor agregado que la acción educativa y el
alumno aporten. Lo anterior, no se desdice cuando hablamos de comunidades que
hablan distintas lenguas, de la misma forma que a nivel internacional, las
competencias a evaluar son las mismas en todos los países, aunque varíe el
idioma en que se expresan los instrumentos.
El
problema no es el metro o instrumentos usados para medir, sino los factores
incluidos en la ecuación; la manera de ponderarlos; la forma de interpretar las
mediciones; y cómo se presentan los resultados.
Por otra
parte, tampoco es válido por los argumentos antes expuestos, ni por otros,
renunciar a este tipo de proceso; hacerlo sería como tirar a la basura el
esfuerzo que todo el sector educativo y la sociedad mexicana han puesto en
juego de 2006 a la fecha, equivalentes a un gasto directo de160
millones de dólares!!! Ello si se calcula conservadoramente al costo de
un dólar por cada una de las 160 millones de pruebas aplicadas hasta la fecha.
Lo anterior sin considerar honorarios de todo el personal, los gastos de administración de las
dependencias federales y estatales, los
viáticos y pasajes a congresos internacionales por donde se pasean los
funcionarios sin más beneficio para el país que la inversión privada que
implica para ellos.
C. Las propuestas
Conviene mencionar
que lo que se propone
está delimitado por el nivel
de desarrollo de los instrumentos de evaluación; es decir,
estará en función de lo que evalúen los instrumentos con que se cuente;
si éstos solo evalúan las competencias duras del proceso, más cuantitativas, la
propuesta llegará hasta ahí; si por el contrario logran desarrollarse instrumentos
que den cuenta en forma masiva de las competencias blandas del proceso, más
cualitativas, entonces la propuesta podrá igualmente abarcar esos temas. Por
ahora, los instrumentos, aunque pobres y en exceso cuantitativos, casi en su
totalidad referidos a conocimientos, reflejan una realidad nada despreciable
del fenómeno educativo.
1. El Índice de Esfuerzo Escolar
Lo realizado
hasta hoy representa
un patrimonio tangible
del país en
materia educativa, reflejado en las bases de datos de ENLACE, que
sumados a las Estadísticas Continuas 911[15],
los catálogos de integración territorial de la SEP y el índice de marginación
del INEGI, generan información y conocimiento de incalculable valor para el
país a fin de construir una nueva escala de resultados educativos que refleje
el verdadero ESFUERZO ECOLAR. Puede constituirse en el Índice de Esfuerzo Escolar IEE[16]16
implícito en cada nivel de desagregación posible, como una
forma de reconocer
dicho esfuerzo, más
allá de las
condiciones de inequidad en que se da el hecho educativo y de las
diferencias socio- culturales de las familias de los alumnos que participan de
los distintos servicios educativos; así se diferencian ENTRE LOS MAYORES
PUNTAJES Y LOS MEJORES PUNTAJES, que efectivamente se traduzcan en un
conocimiento profundo del hecho
educativo y, por ende, en una mejora educativa real y sustentable.
Se
requiere entonces, la construcción del Índice de Esfuerzo Escolar (IEE)[17],
que considere para cada alumno entorno y capital cultural inicial. Índice que
no representa una complicación
técnica importante, pero
hacia la que, lastimosamente en el
pasado, las autoridades responsables de las evaluaciones educativas asumieron
con una actitud poco creativa o “temerosa” para proponer innovaciones propias;
prefirieron copiar lo que los países del “norte” hacen —naciones cuyas
realidades y necesidades nada tienen que ver con las nuestras—, o solo optaron
por usar los resultados brutos.
Gráfica 1.
Índice de Esfuerzo Escolar IEE[18]
Mostrando la diferencia entre puntaje
esperado y puntaje obtenido,
a partir de la ponderación de las
condiciones del entorno escolar más el capital cultural de los alumnos (grado
máximo de educación de los padres).
En la
gráfica anterior se muestra de una manera sencilla un ejemplo de la diferencia
entre los mayores o menores puntajes (o puntajes brutos) y los mejores o peores
puntajes (o la distancia entre los puntajes esperados y los puntajes brutos) en
una prueba de matemática. Se presentan: en el eje vertical, la escala de
puntajes de la prueba; en el horizontal, la ponderación de las condiciones del
entorno escolar más el capital cultural de los alumnos; los puntos azules
representados con letras mayúsculas, son los alumnos y sus puntajes en la misma
prueba (o también pudieran ser el promedio obtenido por los alumnos de un
docente, de una escuela, de una zona escolar, de un municipio, de un estado o
hasta de un país); la línea diagonal negra, corresponde a la denominada
técnicamente “Línea de regresión” o “predicción”, la cual representa el puntaje
esperado en función de la ponderación de las condiciones y capital cultural
mencionados; y finalmente, del lado derecho se representan los valores del
Índice de Esfuerzo Escolar (mejor conocidos en estadística como “residuos”).
En dicho
ejemplo, lo relevante corresponde a la forma en que se puede evidenciar la
diferencia entre lo que se conoce comúnmente como los mayores puntajes y el
IEE. Como ejemplo de esto, se puede identificar al primer lugar en la escala
clásica o bruta con la letra “B” que obtuvo 326 puntos y al último lugar con la
letra “M” y 192 puntos; pero bajo el concepto de que mejores y peores puntajes
o IEE de ninguna manera corresponden: en términos de IEE el mejor rendimiento
es sin duda el identificado con la letra “K” que si bien tiene un puntaje bruto
de 270 (medio en la concepción clásica), en términos de IEE es el mejor
puntaje, ya que observa 52.87 puntos por encima del esperado dado su entorno
escolar y su capital cultural; en el otro extremo, el peor puntaje en realidad
corresponde al caso representado con la letra “I” que obtuvo un puntaje bruto
de 276 (igualmente medio en la concepción clásica), pero que en términos de IEE
está 30.00 puntos debajo del esperado.
En
síntesis, lo que se logra con el IEE es aislar el impacto de los factores
ajenos al proceso de enseñanza-aprendizaje (factores de contexto o diferencias
socio- económicas de los alumnos) y se rescata el verdadero esfuerzo realizado
por alumnos, docentes, escuelas o
autoridad educativa, sin importar los distintos contextos. Esta metodología y
forma de presentar los resultados del rendimiento escolar, de ninguna manera
sustituye a la forma clásica de hacerlo, en función de los puntajes brutos sin
ningún control, sino que la complementa,
enriquece y permite
orientar las políticas
y estrategias de
reconocimiento hacia quienes en
verdad están superando su quehacer. Esto más allá de si están en un entorno
favorecido o de desventaja social; como también permite detectar aquellos casos
donde el
mismo quehacer educativo
tiene efectos negativos
en los alumnos, igualmente con independencia de las
condiciones del entorno.
Así
entonces, la propuesta para la construcción del IEE a partir de la prueba
ENLACE o la que le sustituya en el futuro, es relativamente simple a partir de
los siguientes pasos:[19]
- Incorporar a la medición de los aprendizajes
la ponderación de las distintas condiciones en que se da el hecho
educativo en cada escuela, misma que puede rescatarse de la estadística
educativa de inicio y fin de cursos (formato 911, conocido
por todos aquellos
que hemos trabajado al
menos un ciclo escolar en la educación del país);
para no recargar los requerimientos de información al proceso de
levantamiento de las pruebas de ENLACE y hacer un uso racional de las
acumulaciones de información ya existentes en México desde principios de
los años setenta del siglo pasado;
- Incluir
en el instrumento de
medición o pruebas,
dos a tres
preguntas adicionales, relativas a la educación de los padres de
los alumnos o sobre las condiciones
del hogar. No
se trata igualmente de
sobrecargar este levantamiento
con requerimientos de información adicionales, vastos, detallados y
complejos, que solo sirven --si acaso-- a pequeñísimos grupos de
investigadores lejanos a la toma de decisiones; sino solo con preguntas
que según toda la literatura a nivel mundial sobre factores asociados al
rendimiento educativo permiten obtener
la información más
confiable y predictiva del capital cultural de los alumnos;
puede ser tan solo el grado educativo máximo alcanzado por sus padres,
o adicionalmente la cantidad
aproximada de libros en el hogar;
- Construir un subíndice de la suma de las
distinciones recolectadas en los dos puntos anteriores;
- Descontar
del puntaje bruto
obtenido a nivel
individual en las
pruebas ENLACE, el efecto citado en el punto anterior, y así
reconocer el IEE (mediante el método de residuos estadísticos).
Es
necesario, entonces, resaltar la utilidad implícita y el potencial que estos
esfuerzos evaluativos tienen en sí, antes de pensar en eliminarlos porque su
desarrollo hasta el día de hoy no ha aportado toda la riqueza que tienen; lo
cual ha tenido más que ver con que su aplicación censal en un país de las
dimensiones y dispersión geográfica de México, que genera múltiples y muy
complejos retos de seguridad, logística
e instrumentación; lo cual
muy probablemente abrumó
y abruma a las
estructuras administrativas responsables de ejecutarles, impidiéndoles quizá
contar con el tiempo suficiente para darle el uso que un esfuerzo faraónico de
esta magnitud merece, pero de ninguna forma porque no sean útiles y
significativos para un mejor conocimiento del fenómeno en cuestión.
Considerando
todo lo anterior, la utilización racional de los resultados de ENLACE o la
prueba que le sustituya, está llamada a transformarse en la piedra angular de
la mejora constante del quehacer educativo, si, y solo si, se democratiza su
información y se hace un uso práctico y constructivo de sus resultados.
Aseveración que tiene sustento en que:
- A diferencia de las pruebas conocidas como
PISA, que se aplica a jóvenes de 15 años de edad, las de ENLACE se aplican
por grados educativos, desde 3º de primaria hasta 3º de secundaria en
forma generalizada y en más disciplinas, además del último grado de
bachillerato; con ello sus posibilidades de detectar problemas de raíz son
mucho más amplias, no como las de PISA que informan sobre el producto
terminado, cuando en términos coloquiales “ya se ahogó el niño”.
- Concomitante con lo anterior, los
instrumentos aplicados por ENLACE son de base curricular, lo cual implica
que están directa, íntima y unívocamente relacionados con los objetivos
explícitos definidos por la malla curricular o programas educativos de las
distintas disciplinas y grados escolares en que se aplican; en tanto los
de PISA responden al concepto de competencias para la vida, que si bien
debieran estar incluidas en el currículo, su identificación no es explicita
ni univoca con el quehacer docente y de los alumnos dentro del aula y
requieren de una traducción o compatibilización con el currículo. Esto es:
existe una correlación nominal entre los ítemes de los instrumentos de
ENLACE y las competencias, conocimiento, habilidades y/o contenidos que
los alumnos debieran aprender, incorporar o empoderarse como resultado de
la acción educativa programada de los docentes y del sistema educativo que
les educa.
- La aplicación censal de ENLACE permite
relacionar directamente los resultados con cada alumno y por ende con sus
maestros, a diferencia de las pruebas de PISA que son muestrales, donde
además de lo mencionado en los dos puntos anteriores, solo un pequeño
grupo de educandos y sus maestros pueden identificar su propio desempeño
con los resultados. Las conclusiones de PISA son generalidades que, en el
mejor de los casos, su nivel mínimo de representatividad y desagregación
es la entidad federativa, lo cual en un país significativamente
inequitativo y diferenciado culturalmente, puede significar muy poco para la gran mayoría de la
población; dicho de otra forma, los resultados de PISA son medias
ponderadas o promedios, que sin
restarle su valor como medidas de tendencia central, esconden
quiénes son y dónde están en
forma personalizada quienes
observan cualquiera de
sus valores en el concierto del total de la matrícula, lo cual me
lleva a recordar una metáfora que alguna vez escuché[20]:
“En países como México o Brasil o en Latinoamérica en general, considerar
solo los promedios sería como afirmar que si se tuviera la cabeza dentro
del congelador y los pies en el horno de microondas, en promedio se
debería estar templado.”
- Finalmente, la aplicación anual de ENLACE
permite pulsar y seguir el comportamiento de cada alumno y de cada docente
a lo largo de casi toda su vida escolar en la educación básica, con la
consecuente posibilidad de incidir casi en tiempo real en la corrección de
desviaciones de un ciclo escolar a otro, para la mayoría de las
disciplinas escolares, de los docentes y de los alumnos mismos.
Lo
mencionado en los puntos anteriores no es menor y sí representa el verdadero
sentido primigenio que debió buscar la aplicación de ENLACE desde sus inicios:
ORIENTAR LA TOMA DE DECISIONES Y LA CAPACITACIÓN DE LOS DOCENTES CON VISTAS A
LA MEJORA EDUCATIVA CONSTANTE Y SOSTENIBLE; o sea, determinar gran parte de la
política educativa hacia los factores que afectan la calidad educativa y que
son del resorte del sector, así como orientar la capacitación docente hacia los
puntos del currículo que no se están logrando. Todo lo demás es adjetivo y no
sustantivo a la prueba ENLACE.
En este
último sentido, aun cuando es necesario reconocer el derecho de las autoridades
educativas a definir ciertos contenidos en la capacitación docente como
resultado de los nuevos planes y programas de estudio, de las nuevas corrientes
pedagógicas, de las reformas en curso, etc., también y más importante aún es
que la capacitación docente responda a situaciones educativas más concretas y cercanas
a la realidad del desempeño de cada docente en particular.
Dicho lo
anterior, es necesario, como ya lo he propuesto en otros documentos[21],
tener distintas líneas de acción que reconocen que el hecho educativo es un
fenómeno fundamentalmente cultural, multifactorial y sistémico, el cual no
puede ser explicado en forma aislada, ni mucho menos atendiendo solo a la
imaginación, intuición o buena fe de
los funcionarios en
turno; requiere de
un análisis más
profundo, sistemático y serio, que permita identificar con claridad los
factores que inciden en el fenómeno, cuánto inciden, dónde inciden y cómo se pueden
controlar eficazmente. En tanto no se haga esto y se piense que solo el sentido
común o la buena fe pueden resolver esta compleja dinámica humana, solo se
estarán dando “palos de ciego”. Ya no se trata solo de poner más o menos
recursos, construir más escuelas, contratar más maestros, dotar de más
mobiliario, entregar más libros, proveer de tecnología educativa o no; la
cobertura universal de la educación básica ya se logró según los estándares
internacionales; ahora no se trata de
cantidades, sino de algo que es más difícil de identificar, algo más sutil e
intangible: la calidad educativa, y para
ello son indispensables procesos más racionales y científicos para comprender
sus pesos y contrapesos, y cómo operan y pueden ser controlados con vistas a
mejorar los actuales niveles de la calidad educativa de los y las mexicanas de
hoy y de las próximas generaciones.
Ahora
bien, antes de entrar a proponer algunas líneas de acción más específicas, se
hace necesario acotar el ámbito de su alcance, ya que de ninguna manera suponen
crítica o aceptación del modelo educativo en sí. Lo que se propone es solo una
herramienta que permita con independencia del modelo pedagógico en operación,
reconocer los distintos componentes que explican sus resultados y cómo actuar
en consecuencia, haciendo un
especial énfasis en
la capacitación y
actualización docente, como medio para la mejora educativa.
2.
Esquema simplificado de relaciones.
En una
visión simplificada del aprendizaje, como se muestra en la gráfica siguiente,
se pueden identificar tres componentes generales. El primero relacionado por el
conjunto de factores correspondientes al contexto en el que se da el hecho
educativo, dentro de los que se pueden mencionar las características cultural,
social, políticas, económicas, etc., donde se da la acción educativa; el
segundo componente pasa por los factores escolares propiamente dichos que caracterizan
al centro escolar donde se da el hecho educativo mismo, tales como el
equipamiento de la escuela, los materiales didácticos disponibles, la formación
docente, la capacitación de los maestros, etc.; y finalmente, el aprendizaje
mismo, el cual se define por las características propias del alumno y sus
procesos mentales, todo lo cual se ve favorecido o limitado por la presencia o
ausencia de la participación social intencionada o inercial en la educación.
Gráfica 2.
Esquema de relaciones simplificado.
En este
mismo esquema se
muestran con flechas
la influencia que
estos componentes ejercen unos sobre otros en el corto y largo plazo.
Así, se indica que los factores de contexto tienen efectos sobre el mundo
escolar, como también sobre el proceso de aprendizaje mismo (flechas verdes
rectas delgadas), en tanto que los factores escolares están llamados
sustantivamente a afectar el aprendizaje de los alumnos (flechas azules rectas
delgadas). Influencias ambas de corto plazo.
Complementariamente,
es esperable que el aprendizaje mismo de los alumnos genere en el mediano y
largo plazo impactos recíprocos hacia el entorno escolar y el contexto de la
sociedad, con lo cual se generaría el círculo virtuoso de la educación, como un
proceso de construcción y formación social, de generación y acumulación de
conocimiento y de avance tecnológico y científico (flechas curvas gruesas color
durazno).
Finalmente,
todo este esquema simplificado de relaciones no es posible entenderlo si no se
da en un ambiente de participación social que permita legitimar todo el
proceso.
Partiendo
de este esquema las líneas de acción propuestas para el uso racional y útil de
los resultados de las pruebas ENLACE o las que las sustituyan a nivel nacional,
son las siguientes:
Línea 1 o general
Esta
primera línea de acción se vincula con la necesidad de entender los factores
explicativos del aprendizaje escolar, que si bien en lo general responden a
elementos similares a los que operan en distintas latitudes, en el caso
mexicano lo hacen mediante una mezcla,
proporciones y características propias que corresponden a las peculiaridades
culturales del mosaico nacional. Con ello se hace necesario instrumentar
mecanismos amplios, rigurosos, claros y sistemáticos que den cuenta de esa diversidad,
de esos “méxicos” distintos, culturalmente distantes, socialmente desiguales,
económicamente inequitativos y educativamente disparejos. Pensar que los
factores que explican el desempeño educativo de los finlandeses, los
sudcoreanos, los singapurenses, los indios, los chinos, etc., son los mismos
que los que lo explican en México, es tan absurdo como pensar y homologar lo
que pasa en Monterrey, con lo que pasa en la ciudad de Oaxaca; lo que sucede en
la capital de Aguascalientes con lo que acontece educativamente en el municipio
de Tlapa de la sierra de Guerrero; lo que se vive en las escuelas de clase
media de la colonia del Valle del Distrito Federal con lo que se da en las
escuelitas uni-docentes y/o bi-docentes de Guachochi en la sierra Tarahumara. .
. ¡para nada!: son realidades, contextos y mundos harto distintos, donde los
factores que determinan el hecho educativo son diferentes y su evolución es
otra, por lo que merecen ser analizados y tratados en forma diferenciada, tanto
en su momento actual, como en su desarrollo futuro.
Es en
este sentido, esta línea de acción pasa por acompañar las aplicaciones censales
de ENLACE con cuestionarios periódicos[22]
obre los factores asociados al rendimiento
educativo[23], desde
la perspectiva del
Contexto (condiciones, hábitos, equipamiento y
costumbres del entorno
familiar y social);
los Insumos (libros escolares, materiales didácticos,
equipamiento escolar, instalaciones educativas, dotación de maestros,
preparación de los docentes, etc.); los Procesos (prácticas didácticas, cargas
horarias, disciplinas, currículo, acceso a la tecnología educativa, contenido y
frecuencia de las tareas escolares, modelo didáctico, disposición del salón de
clases, actividades escolares, etc.); y los Impactos (cambios en las conductas
extraescolares, en el estatus social a raíz de la educación, etc.), lo anterior
con el objeto de:
•
Analizar
los resultados del aprendizaje escolar en función del efecto de los factores de
contexto y escolares que lo explican.
•
Determinar
la variación que se observe en función de las características del contexto que
no son del “resorte” educativo (Factores del contexto o externos).
•
Determinar
cuáles son los factores escolares determinantes en los rendimientos educativos,
tanto en términos positivos como negativos, una vez controlado el efecto de los
factores externos.
•
Rescatar
las experiencias educativas exitosas en contextos precarios.
•
Diseñar políticas
y estrategias educativas
resilientes que permitan superar el
determinismo de las
condiciones precarias del
entorno escolar o de las diferencias de capital cultural de los alumnos.
•
Potenciar
los factores positivos y revertir los negativos.
•
Identificar
los estados, municipios, sectores, zonas y escuelas donde se concentren las
carencias más notorias
en función de
los puntos anteriores.
•
Focalizar las
políticas y estrategias
remediales a los
estados, municipios, sectores, zonas y escuelas donde se concentren las
carencias.
•
Evaluar en
subsiguientes aplicaciones el
efecto atribuible a la
instrumentación de las
políticas y estrategias remediales instrumentadas, a los efectos de:
- Fortalecer las que prueben ser eficaces para
mejorar la calidad educativa.
- Rediseñar o suprimir las que no tengan
efectos positivos, y
- Suprimir las que muestren tener efectos
negativos.
Línea 2 o específica
Esta línea
de acción pasa
por uno de
los temas quizá
más sensibles de la
evaluación, en tanto se relaciona con el desempeño docente. En primera
instancia con las consecuencias blandas de la evaluación --la capacitación y
formación de los trabajadores de la educación-- y en última instancia con las
consecuencias duras de la misma --con la permanencia o no de los docentes en su
fuente de trabajo--.
En este
sentido se hace necesaria una vinculación orgánica de los resultados de la
evaluación educativa con los procesos de formación y capacitación docentes, en
tanto éstos debieran ser remediales de los posibles bajos rendimientos, debidos
a malas prácticas al interior del aula.
Si bien
es cierto que es bueno medir qué tanto los docentes saben los conocimientos que
debieran de saber o si cumplen con los estándares de desempeño que se esperan
de ellos, es más importante que logren el objetivo para el que fueron
contratados: el aprendizaje de los y las niñas o jóvenes encomendados a ellos.
No importa si los docentes son una enciclopedia de conocimientos teóricos
andando o un dechado de virtudes administrativas, si en última instancia sus
alumnos no aprenden los conocimientos esperados, desarrollar la habilidades
requeridas o empoderar a sus alumnos de las competencias deseadas; si esto no
sucede, lo demás es totalmente inútil,
superfluo e irrelevante.
Los docentes NO
son contratados exclusivamente porque sepan mucho o cumplan
ciertos parámetros administrativos, los docentes son contratados y la sociedad
los necesita básicamente para que los alumnos aprendan, desarrollen e
incorporen las competencias básicas para la vida; lo
demás, es retórica
que puede transformarse
en el más
absurdo de los sentidos.
Si lo
antes dicho es cierto entonces, con independencia de lo indicado para el IEE,
lo que se propone es lo siguiente:
•
Rescatar
las bases de datos de ENLACE que permitan la identificación de los alumnos de
cada docente y sus respuestas por ítem, área curricular, disciplina, grado
escolar y centro educativo.
•
Obtener las
tablas de especificaciones de
cada instrumento aplicado
por ENLACE.
•
Con
la información anterior:
- Identificar
las “Debilidades de
Coyuntura, DC”, relativas a
la última aplicación
disponible, o sea aquellos contenidos, habilidades o competencias en que
los resultados de la última aplicación de ENLACE se observen los
rendimientos más deficientes. Estas deficiencias reflejarían necesidades
de capacitación generales, relacionadas con la realidad educativa al
momento de la última aplicación de la prueba y que deben ser objeto de
reforzamiento, focalización y apoyo en materia de capacitación de los
docentes de cada disciplina y grado en general.
- Identificar las “Debilidades Típicas, DT”,
relativas a las observadas para el total o la mayoría de las aplicaciones
desde 2006 a la fecha; o sea contenidos, habilidades o competencias en que
en los resultados de todas las aplicación de ENLACE los alumnos de cada
docente observen los puntajes más deficientes. A diferencia de las DC, las
Debilidades Típicas se relacionan
directamente con cada docente en particular a lo largo del tiempo; esto
es, representan una debilidad que tiene continuidad en el tiempo, y por
ende, es dable suponer que es una limitación propia de cada docente en
específico, cuyos alumnos de distintas generaciones muestran que no logran
aprender, integrar o empoderarse de los conocimientos, contenidos y/o
competencias que debieran; y que dado que estos rendimientos deficitarios
se dan a lo largo del tiempo y para distintas generaciones, no es posible
considerar que sea un problema “genético” de sus alumnos, sino más bien,
que el docente no cuenta con los elementos didácticos o conocimientos
específicos para generar esos aprendizajes concretos.
- Definir, de acuerdo con
lo anterior, un
cuerpo de herramientas, elementos y
apoyos didácticos exitosos
para la formación y capacitación de los docentes por área
curricular evaluada por ENLACE.
•
Desarrollar
en la UPN, Escuelas Normales, o Escuelas o facultades de Pedagogía de las
Universidades equipos de capacitadores en las distintas herramientas, elementos
y apoyos didácticos exitosos, seleccionados.
•
Diseñar
y reproducir materiales didácticos para la capacitación docente.
•
Conformar
grupos de docentes a capacitar según sus DC y sus DT.
•
Capacitar
a los docentes con programas diferenciados (ad hoc) y no programas iguales para
todos o en función de sus gustos personales, cuyo contenido puede estar
compuesto de la siguiente forma:
- 25% Objetivos genéricos definidos por la
autoridad central, relativos a los contenidos que dicha autoridad desee
que todos los docentes conozcan, manejen o dominen. Mismos que pueden
estar relacionados directamente con aspectos relativos a la reforma
educativa en proceso, las nuevas escuelas pedagógicas o cualquier otro
contenido que sea del interés general para la autoridad.
- 25% Objetivos relativos a las Debilidades de
Coyuntura “DC”, referidas a las áreas del currículo detectadas como
deficitarias en general en la última aplicación de ENLACE, dirigidos
exclusivamente a todos los docentes de una misma disciplina y grado.
- 50% Objetivos relativos a las Debilidades
Típicas “DT”, iguales a las anteriores, pero dirigidos exclusivamente a
los docentes de una misma disciplina y grado cuyo alumnos históricamente
muestren especial debilidad en los resultados de las pruebas de ENLACE en
áreas específicas:
• Revisar en las siguientes aplicaciones
de ENLACE el impacto de los cursos de capacitación y ajustar los que no mejoren
los resultados de los alumnos y por ende el desempeño docente o eliminarles
cuando en el transcurso del tiempo no funcionen positivamente.
Con la
anterior propuesta lo que se busca es que se capacite a los docentes en lo que
los resultados de las pruebas de ENLACE demuestran que requieren y no solamente
en lo que lo “gurúes” de las cúpulas administrativas creen que necesitan o lo
que los mismos docentes desean; así se racionalizarán los vastísimos recursos
que se ponen en juego para la capacitación docente y que según la investigación
dura con que se cuenta, no repercuten en mejores niveles de calidad educativa.
Por
último, en este orden de ideas es conveniente reiterar que si bien la propuesta
está directamente orientada
a reconocer el
aprendizaje de los
alumnos como objetivo fundamental del quehacer de los
docentes, esta propuesta no excluye la necesidad de evaluar otros aspectos del
desempeño docente, los cuales pueden ser complementarios a
esta propuesta, pero
en un ámbito
distinto y con
un valor específico. Con esto lo
que se quiere decir es que de nada sirve que los docentes cumplan con su
horario; con todos los días de clase; con llenar todos los formularios,
reportes y/o informes; que sigan todos los procedimientos establecidos; que
tengan pergaminos, títulos universitarios, maestrías y doctorados; etc., si sus
alumnos no aprenden lo que se propone que aprendan.
Línea 3 o complementaria
• Campaña
nacional de evaluación educativa, con auditoría social.
Un
modelo de esta naturaleza, no es posible instrumentarlo si no está legitimado
socialmente y si la sociedad en su conjunto no está empoderada del mismo, para
ello se requiere que:
o
El proceso
de evaluación sea sometido al escrutinio social. Con lo cual lo que se quiere
decir es que el modelo sea explicado, analizado, construido y consensuado con
los diversos actores involucrados en el proceso educativo: Docentes, Directivos
escolares, Padres de Familia, Alumnos y sociedad en general.
o
Incorporar a
la mayor parte
de los actores
sociales al proceso evaluativo mismo, convocar a toda la
sociedad al proceso de evaluación con la seguridad de que se obtendrán
resultados positivos, que se podrán detectar deficiencias para superarlas, para
mejorar, para que toda la sociedad se beneficie de ello; por ello todos debemos
ser parte del proceso, ya sea como actores (directivos escolares, docentes,
alumnos) o como vigilantes de su desarrollo (padres de familia, representantes
sociales, autoridades políticas). Hay que convocar e invitar a los docentes a
sumarse a este proceso en aras de un beneficio para ellos y no de su
persecución o despido.
o
Aislar
el modelo de evaluación educativa de toda suerte de acciones persecutorias,
fiscalizadoras o punitivas de cualquiera de sus actores, para vincularlo
unívocamente a políticas y estrategias estrictamente relacionadas con la mejora
educativa. Las acciones fiscalizadoras y punitivas están dentro del marco
contractual de las relaciones laborales y es en ese ámbito donde deben
desarrollarse y no en el ámbito de la mejora educativa directamente, a pesar de
que estén relacionadas.
o
o Generar
otros espacios reales
y distintos para
la supervisión y aplicación de medidas disciplinarias
legítimas para los distintos niveles de la gestión
educativa, exclusivamente relacionadas con
el cumplimiento de horarios, días laborables, normas administrativas,
laborales y legales, etc., totalmente independientes del proceso de evaluación
educativa. NO CONTAMINAR LA EVALUACIÓN
CON LA SUPERVISIÓN
• Formación
inicial de maestros
A pesar
de que este planteamiento busca influir en los niveles de calidad educativa en
el corto plazo, es necesario acompañarlo con mecanismos que a partir de la
misma información recolectada, retroalimente a los centros de formación de
docentes (UPN, Normales y escuelas o facultades de pedagogía), sobre los
aspectos que sus egresados no logran desarrollar en sus alumnos como resultado
de su acción educativa. Ello para que los responsables de diseñar la malla
curricular de estas instituciones
fortalezcan la formación inicial de los docentes en áreas donde no están
logrando desarrollar a sus egresados.
• Focalización de la
investigación cualitativa en escuelas con resultados destacables.
Finalmente
se propone que con toda la información cuantitativa que genera un modelo de
evaluación como ENLACE, se identifiquen aquellos centros escolares que observen
los puntajes más distantes entre lo esperable --dadas sus condiciones de
contexto y el capital cultural de sus alumnos-- y lo realmente obtenido (que
logren el mayor IEE), en tanto que reflejan hechos pedagógicos notables,
generalmente no detectables a simple vista y no forman parte de los centros
escolares con puntajes más altos, sino que son aquellos donde efectivamente se
logran los mejores puntajes y no necesariamente los mayores.
Estos
centros educativos son fuente de información en extremo valiosa para el sistema
educativo mexicano y en ellos suceden verdaderos milagros educativos, que de
otra forma son ignorados al quedar inmersos en la masa anónima y poco
reconocida de los puntajes brutos promedio. Escuelas donde habrá que
instrumentar investigaciones cualitativas en profundidad, que permitan al
sistema educativo y a los tomadores de decisiones reconocer cuales son las
prácticas o condiciones específicas que hacen que esas escuelas con
probabilidades de sacar “x” puntajes, logran otros muy superiores a los
esperables en función de su contexto y del capital cultural de sus alumnos. Así
se identificará qué está detrás de estos
IEE excepcionales, qué sucede en la realidad mexicana que permite en los hechos
revertir los efectos determinísticos del medio en el rendimiento educativo, cuáles
son las prácticas realmente
exitosas de nuestros
propios directivos, docentes,
padres de familia, alumnos y/o comunidades escolares.
Este
planteamiento, además de aportar información valiosa de lo que sucede en la
base y aportar luces para el resto del sistema educativo, también está
vinculado con superar uno de los dilemas clásicos de la evaluación educativa,
la eterna e inútil discusión o competencia entre la evaluación cuantitativa, de
rasgo eminentemente numérico, y la
cualitativa, de perfil fundamentalmente fenomenológico. Lo
que se busca
es complementar ambos
enfoques y sacar el mayor provecho que puedan aportar, con
vistas a un mejor conocimiento del fenómeno educativo y la toma de decisiones
en educación.
Así
mismo, esta última estrategia lleva implícito el reconocimiento al quehacer
educativo propio, a la experiencia y capacidad de nuestros recursos, docentes,
directivos, comunidades escolares como una fuente para la toma de decisiones;
que sin dejar de lado lo que de otras latitudes o experiencias podamos abrevar,
dé mayor importancia a lo propio, a lo que nace en nuestros entorno, cultura y
realidad, lo cual obviamente estará más cercano a nosotros mismos y tendrá
mayores posibilidades de ser aceptado por nuestra sociedad.
Conclusiones.
Por
último, es bueno acotar los límites de esta propuesta y sus alcances.
Representa un modelo, y como tal, es un acercamiento a la realidad que por
definición se sabe de antemano no la puede abarcar en su totalidad, pero que
trata de plantear un opción integral, un primer acercamiento, “un rayado de
cancha”. Desde luego perfectible, pero que
lleva implícita aquella
máxima de que
“el peor enemigo
de lo bueno,
es lo perfecto”, que dicho sea de
paso, no existe. No es posible esperar a la construcción del modelo perfecto,
que jamás se logrará, para iniciar un proceso de aproximaciones sucesivas hacia
él, como tampoco es posible mantenerse en el estado de cosas hasta hoy
alcanzado, lo cual de ninguna manera quiere decir que no se haya avanzado, que
no haya logros.
Por otra
parte, hay que aclarar que el modelo propuesto no cuestiona, ni aprueba el
enfoque pedagógico instalado en el sistema educativo mexicano. No se trata de
plantear una corriente a ese respecto, sino un procedimiento o herramienta que
sirva a cualquiera que sea el enfoque pedagógico, un método que en la medida de
lo posible opere como funciona cualquier otra herramienta en otros ámbitos del
quehacer humano. Como opera por ejemplo “un martillo”, en tanto es eficaz para
construir una mesa y para construir un sillón, que para construir una puerta,
etc.; o sea, que no importa el objeto a construir, el martillo es siempre una
herramienta eficaz para construir.
Por lo
antes dicho, vale la pena insistir en que estas propuestas ni avalan ni quieren
decir que el
modelo pedagógico implícito
en la educación
mexicana actual sea correcto, bueno o el más adecuado para el
desarrollo nacional; en ningún sentido esta propuesta supone que no haya que
revisar el modelo educativo actual en profundidad. Es claro que el modelo
actual no ha producido los efectos deseados; es innegable que México es un país
con serias dificultades; es indiscutible que existe una profunda crisis de
valores en el país; es verdad, y eso nadie lo puede negar, que una parte del
país vive inmerso en la cultura de “el que no tranza, no avanza”, del “no me
den, pónganme donde hay”, del “no me doy por mal servido”, etc.; en tanto otra
parte de México, quizá la más numerosa, lejana a esa cultura, observa
pasivamente lo que sucede, quizá en la misma condición que una “olla de
presión” se contiene al estar a punto de estallar; es obvio, urgente y
necesario revisar los aspectos axiológicos de nuestro sistema educativo, como
también de nuestra sociedad en general.
No es
posible dejar de denunciar que algunos mensajes desde distintas instancias de
nuestra sociedad son contrarios a los valores que se postulan como objetivos de
una educación de calidad; no se puede omitir lo absurdo que se torna formar las
nuevas generaciones en la honestidad y la verdad, cuando en el más alto nivel
del poder mundial se persigue, encarcela y condena a quien lo único que ha
dicho es la verdad sobre las intrigas,
mentiras y embustes de los más altos representantes de la política internacional;
no es posible abstraerse de plantear lo incongruente, nefasto y desesperanzador
de un sistema que castiga con penas de cárcel a quienes cometen delitos menores
y exculpa a quienes se apoderan de los ahorros de millones de personas y les arrebatan
sus patrimonios mediante artificios financieros y legales. Todo eso es verdad,
y lamentablemente está enraizado en el modelo mismo de la sociedad
contemporánea, pero rebasa con mucho lo límites y objetivos del presente
ensayo, por lo que solo me concreté a bosquejar una herramienta y un conjunto
de procedimientos para racionalizar el uso de la evaluación educativa con el
objeto de que trascienda, que en verdad se constituya en un motor de cambio en
la educación.
La
revisión de los contenidos mismos que se enseñan en la educación mexicana, su
cantidad, secuencia y dosificación, corresponderá a otros especialistas más
avezados y expertos en dichos temas; a ellos corresponderá definir los
análisis, los diagnósticos, las pautas y las propuestas en la dimensión
pedagógica del fenómeno educativo. Este ensayo solo pretende devolver a la
evaluación educativa su sentido original como base para el conocimiento del
fenómeno, como instrumento útil para el diseño de estrategias y políticas
públicas en materia educativa y como herramienta eficaz para su mejora.
Así
entonces, la propuesta que este ensayo plantea estriba en el desarrollo de un
modelo de Evaluación Educativa y del Desempeño Docente:
• Que se sustente y ponga en el centro
de todo el sistema los rendimientos educativos de los alumnos.
• Que
considere los indicadores
educativos como un
todo: rendimiento educativo,
condiciones escolares y capital cultural de los alumnos, así como sus
relaciones, diferencias e impactos.
• Que
no sobrecargue el
actual modelo de
evaluación con más
trabajo, información, ni erogaciones adicionales.
• Que aísle de los rendimientos
educativos la influencia de los factores externos
al
proceso educativo (condiciones del entorno y capital cultural de los alumnos) y
que permita rescatar el verdadero esfuerzo escolar que desempeñan alumnos,
docentes, directivos y el sistema en su conjunto, sin sobre o sub dimensionar
lo que cada quien aporta desde su propia realidad y conforme a sus propios
antecedentes.
• Que
se vincule unívocamente
la evaluación educativa
con la capacitación docente y produzca una real
mejora educativa de los actuales niveles de calidad educativa.
Esta es
una propuesta concreta, objetiva y real, que va más allá de discursos, de
opiniones personales o de ideologías políticas. Representa una apuesta para
romper con el inmovilismo, los prejuicios y el desarrollo actual de la
evaluación en México, a partir del reconocimiento de nuestras propias características
y limitaciones, sin que por ello pretenda hacernos “un traje a la medida” que
soslaye, oculte o maquille los problemas reales de la calidad educativa. Se
trata de diseccionarle para su mejor conocimiento, vincularle a los procesos de
toma de decisiones y a la capacitación docente, para finalmente producir --en
los hechos-- la tan ansiada, necesaria y postergada mejora educativa.
Con esta
propuesta, sin ánimo de soberbia o arrogancia alguna, puede asegurarse que no
en 10 años o en una generación, sino en el corto o más tardar en el mediano
plazo, se pueden obtener resultados reales y palpables para el país en materia
de calidad educativa, utilizando la evaluación con rigor metodológico, visión
nacionalista, perspectiva de justicia social y un profundo sentido pragmático.
Bibliografía.
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apuntes para la legislación secundaria de la Reforma Educativa Mexicana”. Revista de Educación y Cultura AZ. Pp
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Internacional Comparativo sobre Lenguaje, Matemática y Factores Asociados en
Tercero y Cuatro Grado En coautoría con: J. Casassus, J.E. Froemel, S. Cusato y
J. C. Palafox. UNESCO-OREALC.
- Primer
Informe. http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001231/123130s.pdf
Edición en español y en inglés, noviembre de 1998.
o
Segundo
Informe. http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001231/123143s.pdf
Edición en español Sep. 2000, en inglés, junio De 2002.
- Informe
Técnico. http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001492/149268s.pdf
Edición en español, agosto de 2001.
[1] 1 El LLECE se constituye
en la Ciudad de México en 1994, conformado por 16 de los 19 países de la
región, que encargan a la Oficina Regional de Educación para América Latina y el
Caribe de la UNESCO (OREALC) la coordinación y ejecución del Primero Estudio
Internacional Comparativo y Explicativo sobre Lenguaje, Matemáticas y Factores
Asociados al rendimiento educativo en Tercero, Cuarto y Sexto grados de
Educación Básica. Al cual siguió el Segundo y actualmente se realiza el Tercer
Estudio Regional Comparativo.
[2] 2 Digo “Llamada Reforma
Educativa”, en virtud de que en los enunciados planteados en la reforma del
Artículo Tercero Constitucional recientemente aprobada, no se mencionan dos de
los componentes básicos del proceso educativo: la Pedagogía y la Didáctica, el
qué se enseña y el cómo se enseña, razón por la cual hasta que las leyes
secundarias no se definan y aprueben, es dable pensar que la Reforma es más una
Reforma Administrativa y Laboral, que educativa propiamente dicha. Un análisis
más detallado de este punto hecho por el autor de este ensayo fue publicado en
“Algunos apuntes para la legislación secundaria de la Reforma Educativa
Mexicana”, Revista de Educación y Cultura
AZ, pp 40-45
http://www.educacionyculturaaz.com/069/069-AZMAYO2013.pdf Edición
en español, mayo de 2013.
[3] Asociación Internacional
de Evaluación (IEA por sus siglas en inglés International Association for the
Evaluation of Educational Achievement).
[4] Estudio de las Tendencias
en Matemáticas y Ciencias (del inglés Trends in International Mathematics and
Science Study, TIMSS) es una evaluación internacional de los conocimientos de
las matemáticas y la ciencia de los estudiantes de cuarto y octavo grados a
nivel internacional, aplicado por primera vez en 1995.
[5] Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE.
[6] Programa Internacional
para la Evaluación de Estudiantes, PISA, coordinado por la OCDE.
[7] Evaluación Nacional del
Logro Académico en Centros Escolares, ENLACE. Modelo actualmente en operación,
pero que está siendo cuestionado por las nuevas autoridades educativas del
país, por lo que a lo largo de este ensayo se le seguirá mencionando como tal o
indistintamente se hará referencia como “al que le sustituya” en lo futuro.
[8] Actualmente en proceso de
revisión y según algunas notas periodísticas a cancelar o al menos a suspender
para el ciclo escolar 2014.
[9] Palafox, J. C., “Análisis
comparativo de los resultados de TIMSS y LLECE, en base a la extrapolación de
escalas en unidades de desviación
estándar”, Documento de
trabajo, UNESCO, Santiago,
Chile (1998). Citado
por Juan Casassus en su libro
titulado La Escuela y la (des)igualdad, LOM Ediciones, 1a edición 2003, Concha
y Toro 23, Santiago de Chile.
[10] 10 Aun cuando México
también participó en este estudio, lamentablemente antes de publicarse los
resultados finales del estudio el Secretario de Educación Pública de la época,
decide sin argumentos documentados sólidos ni plausibles, retirar los datos del
país aduciendo falta de confiabilidad y validez técnica en su proceso. Único
país que incurre en esta decisión en toda la historia de los estudios
internacionales. Publicando años después un análisis parcial de estos datos, que
omite igualmente la
comparación internacional rigurosa:
“Resultados de México
en 1995 y
2000”:
[11] Fuentes:
- Third International Mathematics and
Science Study (TIMSS) 1995, IEA.
- Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación
(LLECE) 1997. UNESCO.
[12] Fuentes: Latinoamericano
de Evaluación de la Calidad de la Educación, LLECE, UNESCO. Programa
Internacional para la Evaluación de Estudiantes, PISA. OCDE. International Association for the Evaluation of
Educational Achievement, IEA.
[13] Circunstancia ya
demostrada por el autor de este ensayo en:
• Primary
School Quality in Mexico, J. C. Palafox, J. Prawda y E. Vélez. Publicado por:
o Banco Mundial
en su serie
A Views from
LATHR, No. 33.
Edición en inglés,
noviembre de. 1992. http://www.jstor.org/pss/1189030
o University Chicago Press,
en Comparative Education Review, vol. 38, núm. 2,. pp. 167-180, Edición en
inglés mayo de 1994. http://www.jstor.org/pss/1189030
Y ratificada en múltiples estudios posteriores, como por
ejemplo:
• Primer Estudio Internacional Comparativo sobre
Lenguaje, Matemática y Factores Asociados en Tercero y Cuatro
Grado. : J. Casassus, J.E. Froemel, S. Cusato y J. C.
Palafox. UNESCO-OREALC.
o Segundo Informe.
http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001231/123143s.pdf Edición
en español Sep. 2000, en inglés, junio De 2002.
o
Informe Técnico. http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001492/149268s.pdf Edición
en español, agosto de 2001.
[14] “Durante el porfiriato
hubo 78.5% de analfabetos, según lo registra el Censo de 1910, en el que se nos
indica que, de 15,166,369 habitantes,
11,343,268 no sabían leer ni
escribir; de ellos 7,065,456 eran
mayores de 12 años, 2,168,980 eran niños en edad escolar,
de 6 a 12 años, y 2,608,832 eran pequeños entre 1 y 5 años”. Historia de la
Educación Pública en México, Fondo de Cultura Económica, FCE. Fernando Solana,
et al. 1981.
[15] Instrumento o formulario
estadístico establecido por ley como obligatorio para toda institución
educativa del país desde 1972 con objeto de informar año con año los datos de
alumnos, docentes, escuelas y equipamiento escolar de todos los planteles del
país, que al parecer algunas autoridades educativas del más alto nivel
ignoraban, ya que al ser inquiridos sobre esto datos en la película De Panzazo,
no supieron responder. Información pública
que cualquier persona
en todo momento
puede consultar en http://www.sep.gob.mx/es/sep1/sep1_Estadisticas
[16] Índice a construir a
partir de la diferencia entre el puntaje esperado según las condiciones
escolares más el nivel sociocultural de los alumnos (variable independiente en
el corto plazo de las acciones del sector educativo), y los resultados
realmente obtenidos en las pruebas estandarizadas tipo ENLACE, PISA o LLECE,
propuesto por el autor en distintos libros y textos.
[17] Índice propuesto por el
autor de este ensayo en distintos textos, tales como:
• “Los extremos de un sub-continente. La educación
mexicana y chilena, un ejercicio de análisis comparado y un primer acercamiento
a una Línea de Base”, Revista de Educación y Cultura AZ, Pp.
6-29, http://www.educacionyculturaaz.com/articulos-az/los-extremos-de-un-sub-continente-la-educacion-mexicana-y-la-
chilena-un-ejercicio-de-analisis-comparado-y-un-primer-acercamiento-a-una-linea-de-base/
Edición en español, marzo de 2013.
• “El Privilegio de la Duda…”. http://jcpps.blogspot.com/2012/10/el-privilegio-de-la-duda.html
Edición personal en español, noviembre de 2012.
• Ensayos: "Un ejercicio de educación comparada,
México en el contexto internacional" y "Evaluar y rendir cuentas en
educación… ¿para qué?” publicados en la serie de libros "Una Propuesta
para México", tomo “Hacia una Educación Diferente”. Publicado por “Agenda
para el México Contemporáneo A.C." Edición en español, 8 de noviembre de
2012. y adicionalmente el primer ensayo en el Boletín Informativo Virtual de
Depunet, pp. 75-89 http://www.depunet.cl/Boletin.php
• “La Evaluación Universal de Maestros, la efervescencia
gremial, la calidad educativa y la ceguera del sector”, publicado por la
revista virtual “UBERRIMA, Revista Latinoamericana de Fruición”, en su primer
número el viernes 13 de julio de 2012. http://revistauberrima.com/index.php?option=com_content&view=article&id=6:la-evaluacion-universal-de-maestros-la-efervescencia-gremial-la-calidad-educativa-y-la-ceguera-del-sector-ensayo&catid=18:enero-julio-2012&Itemid=112
; y en el Boletín Informativo Virtual de
Depunet, pp. 57-74 http://www.depunet.cl/Boletin.php
• “El Futuro de la Educación Mexicana, apoyado en su
pasado y visto desde su presente”, en La
Disputa por la educación. Por el México que queremos”, Editorial Aguilar, pp.
293-333 http://www.librosaguilar.com/mx/libro/la-disputa-
por-la-educacion/ Edición en
español, noviembre de 2011.
[19] El procedimiento que se
ejemplifica, deberá ser desarrollado más en profundidad para darle la
suficiente confiabilidad, validez y robustez estadística para su correcta
aplicación.
[20] Ana Luiza Machado.
Exdirectora de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América
Latina y el Caribe, la OREALC 1997-2005.
[21] 21 Proyecto de
Redimensionamiento de los resultados de ENLACE y propuesta de intervención
eficaz: “Re-lectura sistemática de los resultados de ENLACE, con una
perspectiva de justicia social, utilidad práctica y rigor técnico RE-ENLACE”,
sugerido en diversas
ocasiones hace varios
años a funcionarios
de la SEP,
a algunas Secretarías de
Educación Estatales (Chiapas, Guanajuato y Puebla) y a la representación
sindical.
[22] La idea en este caso es
que este tipo de ejercicios se haga al menos dos veces por sexenio, a los
efectos de poder identificar variaciones en el contexto que ayuden a confirmar
o rectificar políticas o estrategias, ante eventuales cambios del entorno.
[23] Existen múltiples modelos
de análisis de los factores asociados al rendimiento educativo, desde los
propuestos por Daniel Stufflebeam en los años sesenta del siglo pasado, hasta
los planteados más recientemente por los movimientos de “Escuelas Eficaces”,
que por su amplia diversidad no es relevante profundizar y eternizar las
discusiones sobre el uso de uno u otro, sino que más bien lo importante es
cuidar que su aplicación tenga continuidad, sea consistente y vinculante en la toma de decisiones.
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