Vistas de página en total

miércoles, 1 de octubre de 2014

Modelo educativo y evolución del docente (1a. Parte)


Entrevista a Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar, 1a. Parte.

Publicada por la Revista Educación y Cultura AZ, en su número de octubre de 2014, pp. 38 a 41.






az: Desde tú visión, ¿cuáles serían los elementos que cualquier nación debe priorizar para alcanzar la calidad educativa, con equidad e incluyente?
Juan Carlos Palafox (jcp): El aprendizaje y la enseñanza, además de capitalizar y considerar al momento de tomar decisiones en este tema, el producto de la reflexión, investigación y evaluación. De alguna manera tenemos que superar las decisiones tomadas desde las percepciones y concepciones personales. Hay que iniciar un proceso que nos lleve a tomar decisiones soportadas con evidencia empírica, científica y generalizable.
Este es un gran tema que en el discurso está presente, pero en la práctica no se considera. Hay procesos importantes de construcción de conocimiento, de experiencia acumulada, pero de la noche a la mañana se les da un plumazo como si no sirvieran para nada y volvemos a la toma de decisiones porque así lo considera quien está al mando. Un ejemplo es la eliminación de la no repetición en primaria, o la postergación de la Evaluación Nacional del Logro Académico en los Centros Escolares (enlace). Ambas decisiones no fueron resultado de una construcción metodológica e integral, que considerara todo el potencial de estas estrategias, sino que se hicieron porque “había que eliminarles”, porque fueron promovidas por la administración anterior.
az: El concepto “calidad educativa” se ha manejado internacionalmente, pero tal parece que la viabilidad de la calidad de los aprendizajes se encuentra en crisis, como lo ha documentado la unesco.
jcp: Hay rasgos finos de lo que debe considerarse calidad educativa que los mecanismos de valoración internacionales más conocidos y gravitantes no toman en cuenta (el Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, pisa por sus siglas en inglés, por ejemplo). Tales elementos tienen que ver con lo axiológico de la educación, por ejemplo, con el empoderamiento de valores como el respeto por la vida, el trabajo en equipo, la honestidad, del Estado de Derecho. En cambio la corriente general de los instrumentos que tenemos para determinar si vamos bien o mal en materia educativa, está a favor —caricaturizando— de saber leer y escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir y conocer algo de ciencias. No estamos valorando aquello que puede hacer que el niño logre, en primera instancia, ser feliz, realizarse como persona integral y a partir de ello, que alcance todas sus potencialidades en un entorno armónico que le permita desarrollarlas y empoderarse de ellas.
Hay una gran carencia de instrumentos y el enfoque evaluador pretende ser más instrumental porque son más fáciles de construir. No hay debate en que “dos más dos son cuatro”. En cambio, lo valórico es distinto en una cultura otomí, purépecha, yaqui, maya, que en una cultura hispana de clase alta de la zona metropolitana de la ciudad de México, Guadalajara o Monterrey. Por eso es más difícil generar instrumentos que permitan valoraciones que no discriminen.
az: ¿Qué papel debe de jugar el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (inee) partiendo de los principios enunciados?
JCP: El lenguaje y las matemáticas son instrumentales para la adquisición de otras competencias. Eso hay que reconocerlo y no satanizarlo. Tiene que continuarse esa línea, pero hay que buscar la forma de construir otros instrumentos que permitan identificar, diagnosticar, prever y actuar en otros ámbitos de la cultura en los cuales tenemos problemas muy graves. Para nadie es un secreto que México tiene problemas de violencia, ninis, drogadicción, obesidad, corrupción, impunidad, etcétera. Hay que buscar la forma de que el inee genere instrumentos y mecanismos que permitan monitorear de qué manera la educación aporta a una mejor visión y a una toma de decisiones que coadyuve a resolver estos problemas sustantivos; mucho más importantes que leer, escribir, sumar y restar es la construcción de la persona integral y sana física, mental y emocionalmente.
az: Hablando nuevamente de las evaluaciones ¿Cuál debe ser el nuevo papel del docente?
jcp: Es un debate actual a nivel internacional. Y más allá de la responsabilidad que algunos sectores quieren darle a los profesores, he observado que el docente perdió —por un proceso evolutivo fuera de su alcance— el monopolio del conocimiento. Esa es una realidad que lo rebasó. El profesor se ve limitado en su capacidad de respuesta ante las facilidades que tienen sus alumnos para obtener datos, información y conocimientos por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (tic) y las redes sociales.
Antes, cuando el maestro pedía el desarrollo de un concepto o un hecho, la monografía era un recurso y, en algunos casos, la única fuente. Ahora teclean tres palabras en cualquier buscador y encuentran cientos o miles de referencias las cuales rebasan, en ocasiones, lo que saben sus profesores.
El nuevo papel del docente debiera ser de animador del proceso de construcción del conocimiento de los alumnos. Ya no es el que construye el andamiaje sino el que usa el andamio. Esto da espacio a otras capacidades y ahí se encuentra algo que se perdió al eliminar la repetición escolar, con el acompañamiento del mismo docente a lo largo de varios años escolares. Cuando un docente convive dos o tres años con sus alumnos, los conoce más profundamente como personas y es responsable de ellos, de la construcción de su ser integral. Tiene que pasar de dador de conocimientos a tutor, guía y, para ello, debe contar con las herramientas para enfrentar problemas de otra naturaleza.
Un maestro que está tres años con los mismos alumnos no sólo los conoce de una manera profunda y humana, sino que conoce a sus padres, su entorno social, su barrio, sus fortalezas o carencias afectivas, físicas y de toda índole que permiten ayudar en la construcción de la persona. Esa estrategia debió acompañarse de elementos psicológicos, sociológicos, que permitieran a los docentes acompañar el crecimiento integral de sus alumnos.
La costumbre en México es desafortunada al dar a los recién egresados de la normal o de universidades pedagógicas el primero o segundo grados y a los maestros más capaces el sexto. El sentido común nos indica que los problemas más difíciles debieran ser atendidos por las personas más experimentadas y capaces. El nivel de dificultad más alto está en los primeros grados. En los que no hay tanta dificultad, porque ya casi no existe la repetición, es en sexto. No se trata de ponerlo a la inversa, sino de distribuir democráticamente las potencialidades y capacidades pedagógicas que existen para que el maestro pase por todos los grados y acompañe a los alumnos a lo largo de ellos, con lo cual asume ese papel de tutor constructor de personas.
az: ¿Cuál sería la nueva tarea del profesor bajo las nuevas tendencias en el uso de las tic y los nuevos esquemas de evaluación?
jcp: En cuanto al uso de las tic, por su generalización y masificación, es estrictamente indispensable que los docentes se incorporen a esta corriente —si no lo han hecho ya—, so pena de que, de no hacerlo, simple y llanamente les será en extremo difícil continuar en el ejercicio de su función y quedarán al margen de la misma por indefensión práctica.
En cuanto a los nuevos esquemas de evaluación, existen al menos dos espacios en los que las evaluaciones afectan su quehacer. El primero es su labor cotidiana, el cumplimiento del programa educativo y sus relaciones con los alumnos, los padres de familia, sus pares y las autoridades escolares, ámbito en el que las reglas del juego continuarán siendo más o menos las mismas de los últimos años, y corresponde que mantengan una posición constructiva, participativa y crítica.
El otro espacio, tiene que ver con las evaluaciones externas, las estandarizadas, que pueden ser nacionales (enlace o la que le sustituya) o internacionales (pisa, Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias, timss, o el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, llece), que ponen de relieve su quehacer en relación con patrones generales y dan cuenta de su función en una comparación que está cada vez más fuera de su control, de su escuela y hasta del programa que es su responsabilidad.
En cuanto a estas evaluaciones y los esquemas que subyacen de las mismas, es necesario buscar la forma de contextualizarlas, ya que tienden a evidenciar su desempeño en comparación con sus pares, zona, sector, municipio, estado, país y hasta con otras naciones, sin considerar los puntos de partida y las condiciones particulares que tienen que afrontar, y que hacen que no represente el mismo reto ni esfuerzo docente lograr “x” o “y” nivel de dominio en sus alumnos, cuando se parte de realidades carenciadas y en extremo paupérrimas, que cuando inicia el proceso en puntos de partida más ventajosos y en contextos llenos de apoyos.
Las comparaciones, aun cuando odiosas son útiles, más cuando se consideran los distintos componentes de una ecuación sistémica, multivariada y sumamente compleja. Mientras esto no pueda controlarse, entonces el balance debe hacerse consigo mismos y con el comportamiento y mejora que tengan en relación con los logros alcanzados por cada docente ante sí mismo, buscando la mejora continua.
En otro contexto, está el debate público y el uso inteligente de la información explicativa de los aprendizajes que producen estos esquemas evaluativos que pareciera que sólo el grupo de los entendidos, iniciados, los gurúes, son destinatarios exclusivos para sus decisiones, mientras que en las escuelas sucede lo mismo, sin que se observe un verdadero avance. Falta un espacio para el análisis pragmático que lleve a soluciones prácticas que se reflejen en el salón de clases.


No hay comentarios:

Publicar un comentario