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miércoles, 9 de enero de 2013

Acuerdo de Vida en Pareja en Chile


Iglesias rechazan AVP en sesión del Senado
Anoche concluyó la tercera sesión citada por la Comisión de Constitución y Legislación del Senado, para debatir sobre el Acuerdo de Vida en Pareja. A la Instancia a la que fueron invitadas las Iglesias Católica, Evangélica y Anglicana, para escuchar sus posturas. Esta reunión volvió a abrir la polém...
 
Comentario de Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar:
 
Soy Católico convencido, respetuoso de la Iglesia y practicante regular de la liturgia. Pero no puedo dejar de reaccionar ante algunas lagunas, omisiones, errores o descriterios que se dan en mi iglesia. Solo baste recordar a Galileo Galilei a quien en 1616 le fue prohibido sustentar con pruebas reales sus teorías contrarias al geocentrismo de Ptolomeo y en 1633 se le instruye juicio, se le presiona a abjurar de sus dichos y se le condena finalmente a prisión perpetua, que posteriormente se le conmuta por arresto domiciliario de por vida. Lastimosamente, hoy día nuevamente vemos a los representantes de la Iglesia acudiendo a la más alta tribuna de este país, y de otros, para oponerse a hechos que más allá del legítimo derecho que algunos tengamos de considerarles chocantes, son expresiones reales del derecho divino otorgado por Dios al ser humano, el “LIBRE ALBEDRIO”.
El como decidan las personas llevar a cabo sus relaciones, como producto de una decisión adulta de dos seres humanos sin causar daño a nadie, es y ha sido un ejercicio del ámbito personal, no supone maldad alguna, abuso de ninguna naturaleza, sino solo el ejercicio individual de un don otrogado por el Señor, EL LIBRE ALBEDRIO.
Ahora bien, en ese mismo sentido, como parte de un grupo, equipo, club, país, cofradía, iglesía, etc., uno adiere en ejercicio de ese libre albedrio a un conjunto de principios, valores, costumbres o reglas legítimamente, lo que no es posible es tratar de imponer a toda una comunidad diversa, lo que un grupo de ellos postule, más aún cuando estos representantes no han dado la misma importancia a denunciar en las más altas tribunas los excesos, abusos y maldad ejercida por algunos de sus personeros en contra de algunos de los seres más delicados, sensibles y débiles de nuestra sociedad, los niños y adolecentes encomendados a su cuidado.
Ahora bien, el reconocer que la homosexualidad y la libre unión no suponen maldad alguna, no supone invalidar el legítimo derecho de que los representantes de las iglesias postulen en el ámbito de sus recintos sus propias ideas al respecto, pero de ninguna forma se justifica que acudan a la máxima tribuna de los países para imponer sus criterios a propios y extraños.

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